Amanece a las 6:00 de la mañana; iniciamos nuestra travesía por los caminos polvorientos de la sabana, que nos conducen a lugares donde podemos encontrar a la fauna más salvaje. Se cruza en nuestro camino un gato serval (Leptailurus serval), un mamífero carnívoro de la familia los Felidae, coloquialmente denominados felinos. Concretamente, podemos observar a este félido de tamaño medio en las amplias praderas de hierbas altas, donde habita y se refugia.
Gracias a su pelaje amarillo salpicado de motas negras, resulta bastante complicado distinguirle a primera vista. Esta especie es muy inteligente, y posee una gran capacidad para mimetizarse con su entorno, por lo que avistarlo depende mucho del individuo en cuestión, o de si es más o menos confiado. Sin embargo, suele verse con más facilidad cuando se encuentra cazando ratones, o bien cuando cruza zonas descampadas donde la hierba no le tapa.
Sus largas patas y su cuerpo esbelto le permiten moverse con soltura y rapidez para no ser visto. Estos rasgos físicos permiten que, al agazaparse, pueda ocultarse completamente ante nuestros ojos, aún a sabiendas de que se halla en ese lugar concreto. Casi por casualidad, le observamos cruzar una zona intermedia entre dos praderas, de modo que nos ubicamos de espaldas al sol del amanecer con tal de obtener un sutil efecto de luz dorada sobre sus ojos amarillos, prácticamente del mismo color del pasto.
Los datos de la toma son ISO 2500; f/4; 1/500 seg; cámara reflex; objetivo 400 mm
Situamos el ISO en 2500, un valor suficiente para obtener una velocidad de obturación de 1/500 segundos que nos permita congelar la imagen. Debido a que el serval es un gato muy activo que se mueve con gran rapidez, es fácil que la imagen resultante quede demasiado movida o desenfocada, una tarea que se complica por la escasa luz de la que disponemos en ese momento del día.
Empleamos una lente fija de 400 mm, que nos permite alejarnos lo suficiente para no molestar al sujeto. Además, gracias a la calidad de imagen que nos proporciona, podemos configurar un diafragma lo más abierto posible, un f4, mediante el cual podemos lograr un desenfoque con mucha calidad.
La luz se funde con el sujeto, ambos del mismo color, lo que dificulta distinguirle a simple vista. Tratamos de situarnos desde una perspectiva lo más baja posible, para evitar generar en la imagen un efecto picado. Unos pocos segundos serán suficientes para realizar la toma fotográfica de esta tímida especie de felino, que nos observa con esos ojos dorados, sobre los que situamos el foco.
Centramos la composición de la imagen en el cuerpo del sujeto, dejando aire a la izquierda de la imagen, así como también en la zona inferior donde están las largas patas, aunque estas no se vean en la toma. Este espacio evitará dar la sensación de que queden cortadas en el encuadre.
Al ser un retrato cercano del animal, se pueden advertir al máximo sus características más representativas: cómo es su fisonomía, cuál es su hábitat natural, así como datos relevantes de la especie. Este félido suele desplazarse durante las horas crepusculares, algo que proporcionará un valor añadido a nuestra fotografía gracias a la calidad de la luz, que, en este caso, se han podido capturar los dorados rayos del sol del amanecer.