En la película de Matrix, la humanidad estaba condenada tras la rebelión de las máquinas. En un futuro no demasiado lejano, la inteligencia artificial se había vuelto contra sus creadores y, gracias a sus capacidades mejoradas, habían conseguido esclavizar a la humanidad y transformarlos en generadores de las que extraer su energía. Mientras tanto, los humanos pensaban que vivían en "La Matriz", un espacio virtual que simulaba el mundo real, aunque en realidad se encontraban en tanques mientras estaban en un estado de suspensión.
En el escalofriante escenario que plantea la película guionizada y dirigida por las hermanas Wachowski exploran un tema de la ciencia ficción muy interesante: utilizar a los seres humanos para la creación de electricidad. Como ya explicábamos en este artículo, el cerebro consume 20 vatios al día de energía, suficientes como para encender una bombilla de bajo consumo, pero la generación directa de electricidad no es la única forma de aprovechar la energía un cuerpo humano.
Constantemente, en nuestras células, millones de procesos químicos simultáneos transforman y aprovechan la energía química contenida en las moléculas orgánicas en calor y en otros componentes necesarios para la vida. Todo esto ocurre de forma extremadamente eficiente gracias a las enzimas, proteínas especiales que han sufrido una brutal selección natural durante millones de años y que han dejado solo a las más útiles y eficientes. Pero consecuencia de toda esta actividad, se produce un calor residual del que el cuerpo se ha de deshacer.
¿Cómo sacarle la energía al cuerpo?
Mediante materiales termoeléctricos, este calor residual puede aprovecharse para darle energía a pequeños dispositivos. De este modo, los investigadores están explorando la posibilidad de crear dispositivos que funcionan con nuestro calor, y no con baterías u otros componentes que requieren revisión y mantenimiento. En concreto, el dispositivo ideado por los integrantes del equipo de investigación liderados por André Pereira de la Faculdade de Ciências Universidade do Porto, logra medir la temperatura corporal de forma precisa y eficiente.
Llegados a este punto del artículo, algunos lectores pueden estar preguntándose en qué se diferencia esto de un termómetro convencional, y la respuesta es muy interesante. Un termómetro de mercurio o digital se utiliza normalmente en la axila (o en el lugar indicado para los termómetros bucales y rectales) y mide la temperatura de dicha zona. Aunque es cierto que los procesos febriles que provocan las infecciones suelen subir la temperatura en todo el organismo, en infecciones localizadas por heridas o quemaduras el aumento de temperatura puede estar concentrada en el punto afectado.
Este dispositivo, llamado tatuaje electrónico o e-tattoo, es capaz de identificar estos puntos y medir con precisión pequeños cambios de temperatura empleando termopares. Los termopares están compuestos por dos metales distintos que, al ser calentados, cambian de longitud y producen un pequeño cambio de voltaje. El dispositivo es capaz de detectar esta pequeñísima señal eléctrica y recoger la señal para mostrar la temperatura. Según Eduard Llobet, investigador del Departamento de Ingeniería Electrónica, Eléctrica y Automática de la Universitat Rovira i Virgili y coautor del artículo de investigación: "de este modo se crea un mapa térmico de la piel, con puntos calientes que indican dónde hay una zona afectada".
Imitar el cuerpo humano sin un cuerpo humano
Pero de nada sirve crear un dispositivo con una propiedades interesantes si no tiene ninguna aplicación. Por tanto, como nos explica Eduard, uno de los pasos más importantes era comprobar tanto la viabilidad del dispositivo como su funcionamiento en lugares similares al cuerpo humano. Para ello, tuvieron que simular en el laboratorio las condiciones húmedas de la piel, así como retorcer el dispositivo para explorar lo que sucedía con el dispositivo al enfrentarse a superficies irregulares y movimientos que las personas producen en el día a día.
"La idea es que se pueda llevar como cualquier otro dispositivo sin que afecte al confort de la persona que lo lleva", explica Silvia De la Flor, que también participó en el estudio. Además, al no utilizar baterías, puede permanecer en el cuerpo durante varios días seguidos, proporcionando información acerca de las variaciones de la temperatura para monitorizar la zona afectada.
Los próximos pasos serán probar en distintos ensayos clínicos que los resultados que han obtenido en sus experimentos son válidos y explorar todas las posibilidades que ofrece el dispositivo. Por ello, los equipos de investigación lusos y españoles están explorando nuevas funcionalidades que añadir. Como concluyen tanto Silvia como Eduard: "Nuestra idea es seguir desarrollando esta tecnología para hacerla aún más versátil y útil en el ámbito clínico".
Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp y recibe las últimas noticias sobre Ciencia, Animales y Medio Ambiente, así como las mejores fotos al estilo National Geographic.