En un mundo que todavía se asombra con las proezas de la inteligencia artificial, Elon Musk ha vuelto a captar la atención global. Esta vez, no hacia coches autónomos ni hacia colonias en Marte, sino hacia lo más íntimo, lo más humano: la posibilidad de que el pensamiento vuelva a encontrar un canal de expresión allí donde el cuerpo ha sido silenciado.
En una entrevista reciente retransmitida desde Las Vegas a través de su plataforma X, el magnate sudafricano anunció que tres personas ya viven con un chip de Neuralink en sus cerebros y, según sus palabras, “todos están funcionando bien”.
Este hito ocurre un año después del primer implante cerebral humano por parte de la compañía, y representa una evolución significativa no solo en la capacidad técnica del dispositivo —que ahora cuenta con mayor número de electrodos, mayor ancho de banda y mejor autonomía de batería—, sino también en su proyección clínica.
Este primer implante fue el de Noland Arbaugh, y ha sido clave para poner rostro a lo que parecía una idea futurista. Paralizado del cuello hacia abajo tras un accidente de buceo, Arbaugh se convirtió en el pionero de esta tecnología al recibir el chip a principios de 2023. Con entrenamiento, aprendió a mover un cursor en la pantalla únicamente con su pensamiento, lo que le permitió retomar una actividad que le apasionaba antes del accidente: jugar al ajedrez. En entrevistas recientes, relató cómo el implante no solo le devolvió una vía de interacción con el mundo digital, sino también una parte de su identidad.
Y esto es solo el principio. Musk ha asegurado que la empresa espera realizar entre 20 y 30 nuevos implantes experimentales a lo largo de este 2025, elevando así el volumen de datos reales sobre el funcionamiento del sistema en humanos.
Tecnología de vanguardia
La tecnología detrás de Neuralink no es simplemente ambiciosa: bordea lo visionario. Su dispositivo, del tamaño de una moneda, alberga 1.024 electrodos distribuidos en hilos ultrafinos, que un robot quirúrgico implanta en áreas concretas del cerebro con una precisión de relojero.
El chip detecta las señales neuronales —ese susurro eléctrico del pensamiento— y las convierte en órdenes digitales que permiten interactuar con dispositivos externos. No hablamos de ciencia ficción: hablamos de un joven de 30 años, Noland Arbaugh, que tras ocho años de parálisis completa ahora puede jugar ajedrez o videojuegos usando solo su mente.
Otras iniciativas
Pero Neuralink no es la única en esta carrera silenciosa por reconstruir puentes entre cuerpo y tecnología. Más de 45 ensayos clínicos con interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) se están llevando a cabo en la actualidad. Desde el Center for Neurotechnology de la Universidad de Washington hasta firmas como Blackrock Neurotech, Synchron o Onward Medical, el campo está efervescente.
Algunas de estas compañías incluso ya han probado técnicas menos invasivas o más versátiles, combinando la lectura neuronal con estimulación cerebral. La competencia es intensa, aunque Musk ha logrado colocar el foco mediático sobre su empresa.
Aunque las imágenes de personas paralizadas manipulando un cursor con el pensamiento son impresionantes, los expertos llaman a la prudencia. Por ejemplo, Rajesh Rao, codirector del Centro de Neurotecnología, explica que si bien Neuralink tiene particularidades interesantes —como el uso de un robot quirúrgico para insertar los hilos flexibles— aún no se ha demostrado de forma concluyente que sus resultados superen los de sus competidores. En algunos aspectos, de hecho, otras tecnologías ya van un paso por delante.
Ventajas de Neuralink
Por ahora, la principal ventaja de Neuralink parece ser su capacidad para captar señales de un mayor número de neuronas, lo cual podría permitir un control más fino de dispositivos externos. Esto es crucial en la rehabilitación de personas con parálisis o enfermedades neurodegenerativas como la ELA.
Por ejemplo, un estudio reciente en Nature mostró que las BCI permiten a pacientes con ELA comunicarse con sorprendente precisión, mejorando drásticamente su calidad de vida. En este caso, los investigadores implantaron dos matrices de 64 microelectrodos en las regiones motora primaria y suplementaria del cerebro de un paciente con ELA avanzada.
A través de retroalimentación auditiva, el paciente aprendió a modular sus patrones de actividad neuronal para seleccionar letras una por una y así formar palabras y frases. Este hallazgo confirma que incluso cuando todos los canales musculares han desaparecido, el pensamiento aún puede encontrar una vía para expresarse.
El entusiasmo es comprensible, pero también lo es la cautela. No en vano, la regulación de este tipo de tecnología es otro terreno complejo. Musk reveló en 2023 que Neuralink recibió el visto bueno de la FDA para empezar sus ensayos en humanos, bajo lo que se conoce como una “exención de dispositivo en investigación”.
La agencia supervisa desde la selección de pacientes hasta la interpretación de los resultados. Además, cualquier investigación en humanos necesita la aprobación de un comité de ética independiente, que asegure que los participantes entienden los riesgos y beneficios.
Con todo, aunque aún estamos lejos de comprender el verdadero alcance de estas tecnologías, lo que está claro es que la ciencia ha comenzado a escuchar la mente humana de una forma radicalmente nueva.