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‘No terminará como ‘Parque Jurásico’: verdades y exageraciones del ambicioso plan de Colossal Biosciences para resucitar especies extintas

De los mamuts lanudos a los dodos, una empresa texana lidera la biotecnología de la desextinción. Pero ¿es realmente posible devolver a la vida lo que la evolución ya descartó?

Sergio Parra
Sergio Parra

Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud

Actualizado a

Ben Lamm y George Church
Colossal Biosciences

Ben Lamm y George Church, de Colossal Biosciences.

En el corazón de Dallas, Texas, una empresa de nombre imponente —Colossal Biosciences— se ha propuesto cambiar para siempre la forma en que la humanidad se relaciona con la extinción. Su misión: traer de vuelta a criaturas que ya solo existen en los libros de historia natural y en vitrinas polvorientas de museos

La más icónica de todas, el mamut lanudo, es también el emblema de un proyecto que se mueve entre la ciencia, el espectáculo y una ambición empresarial sin precedentes. "La gente tiene que recordar que Parque Jurásico era una película, ¿verdad?", ha dicho Ben Lamm, fundador de la compañía, en una entrevista con The Guardian. “Yo también puedo hacer un programa con un final escrito. Y esta vez, ese final será distinto”.

Son palabras un tanto rimbombantes, pero lo cierto es que la empresa está acaparando todos los titulares debido a su último hito: devolver a la vida a los lobos gigantes de Juego de tronos. Pero ¿hasta qué punto estamos ante un ejemplo de ciencia de frontera y una cuidadosa campaña de marketing cuyo objetivo es generar cuantiosos beneficios económicos?

 

Los orígenes de Colossal Biosciences

Colossal Biosciences nació en septiembre de 2021 como la cristalización de una idea que parecía salida del terreno de la ciencia ficción: revertir la extinción. Su fundador, Ben Lamm, un emprendedor con varias compañías tecnológicas a sus espaldas, unió fuerzas con el célebre genetista de Harvard George Church, considerado uno de los padres de la biología sintética

 

La alianza entre la visión empresarial de Lamm y el genio científico de Church dio origen a esta startup con sede en Dallas, Texas, cuyo objetivo es tan ambicioso como disruptivo: desarrollar tecnologías que permitan recuperar especies desaparecidas y, en el camino, revolucionar campos como la conservación, la ingeniería genética y la medicina

Desde su creación, Colossal ha expandido su presencia con laboratorios en Cambridge (Massachusetts) y Melbourne (Australia), consolidando una red global de investigación al servicio de una sola misión: hacer de la extinción un fenómeno reversible.

Pero su objetivo va mucho más allá: crear herramientas de ingeniería genética que sirvan tanto para fines científicos como comerciales. Porque sí, este sueño también está impulsado por el potencial de un futuro rentable. Ya ha recaudado más de 435 millones de dólares y cuenta con inversores como Peter Jackson y Joe Manganiello, junto con fondos del gobierno de Estados Unidos.

 

Ciencia de frontera

En el proceso de traer de vuelta al mamut lanudo, Colossal trabaja con una combinación de edición genética, inteligencia artificial y biología comparativa. El enfoque no se basa en clones salidos de mosquitos atrapados en ámbar, sino en el cuidadoso análisis de ADN antiguo recuperado de especímenes preservados y su comparación con el genoma de su pariente más cercano: el elefante asiático.

Esa similitud genética del 99,6% permite imaginar lo que Lamm llama una “transferencia de identidad”: la inserción de genes esenciales de mamut en células de elefante, usando tecnología de transferencia nuclear somática —la misma que dio lugar a la oveja Dolly, aunque hoy impulsada por láseres y robótica de precisión.

El trabajo es arduo, como lo demuestra su más reciente avance: el llamado "ratón lanudo", un roedor modificado genéticamente para desarrollar pelaje similar al del mamut. Este pequeño experimento validó que los genes identificados como responsables del pelaje en elefantes están funcionando correctamente en modelos vivos. Dos de los ejemplares fueron incluso bautizados como “Chip” y “Dale”.

Pero no todo es ADN y nostalgia zoológica. Colossal también está apostando por la conservación real: en Kenia, trabaja con Save the Elephants para estudiar patrones migratorios, y en Botsuana colabora con Elephant Havens desarrollando modelos de visión por computadora para la reintegración de elefantes huérfanos. 

Estas iniciativas buscan allanar el camino para la futura liberación de mamuts en su hábitat ártico, una idea que, aunque suene descabellada, ha sido respaldada por algunos ecólogos, quienes consideran que la reintroducción de grandes herbívoros podría revitalizar ecosistemas en crisis.

Marketing más allá de la ciencia

No obstante, la comunidad científica observa el fenómeno con una mezcla de escepticismo y fascinación. Aunque el sueño de la desextinción ha estado presente desde hace décadas, muchos biólogos advierten que traer de vuelta una especie no es solo una cuestión de genética, sino también de comportamiento, ecología y ética

¿Qué significa realmente “traer de vuelta” a un animal que vivió hace milenios? ¿Será un mamut auténtico o una criatura nueva, moldeada por intenciones humanas más que por selección natural? Estas preguntas, aún sin respuesta, alimentan tanto la cautela científica como el asombro ante lo que podría ser el amanecer de una nueva era biológica. El reto no es crear un mamut, sino criar uno en un entorno donde pueda prosperar. Y eso —según varios expertos— aún está lejos de lograrse de forma integral.

Para Ben Lamm, sin embargo, el éxito no depende solo de resucitar animales extintos. La clave está en las tecnologías generadas por el camino. Colossal ya ha creado dos spin-offs: Form Bio, centrada en biología computacional, y Breaking, que trabaja en la degradación de plásticos. Otras startups están en fase de incubación, lo que convierte a la empresa en una especie de vivero de innovación biotecnológica.

Entre los planes más audaces de la empresa está también el desarrollo de úteros artificiales, una tecnología que podría revolucionar la conservación de especies amenazadas. Lamm confiesa que espera lograr el nacimiento de un pequeño mamífero en laboratorio dentro de dos años. Aunque suena a ciencia ficción, el precedente de Dolly sugiere que los milagros biotecnológicos, en ocasiones, sí se materializan.

Desde las vitrinas del Museo de Historia Natural hasta los gélidos paisajes de Siberia, el mamut lanudo ha sido símbolo de la vastedad del tiempo perdido. Pero si Ben Lamm tiene razón, dentro de tres años podría volver a caminar entre nosotros. Con él, quizás también una nueva conciencia de lo que implica jugar con los hilos de la vida. Porque, como bien dijo en Davos, “si logramos poner la biología sintética en los corazones y hogares de la gente, quizás consigamos que haya un científico más… y un influencer menos”.

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