Las nubes de tormenta se abrían paso sobre la sabana de Masai Mara, en Kenia, mientras los cachorros de hiena manchada jugaban sobre la hierba húmeda. La madre descansaba en las inmediaciones, levantándose de vez en cuando para impedir que una cría de un año de edad, ya más corpulenta, se sumase al grupo de juego de las pequeñas. Cuando la cría de más edad se aproximó de nuevo, una de las pequeñas más valiente emuló a su madre y se irguió cuan alta era, tratando de parecer intimidante.

La situación resultaba cómica, pero ambos animales sabían cuál era su sitio. La hiena más grande y de menor rango se detuvo en seco, agachó la cabeza y se escabulló.

La fotógrafa Jen Guyton grabó la escena con una cámara de infrarrojos que le permitía observar de cerca las conductas nocturnas de las hienas. Al hacerlo, abrió una pequeña ventana a la curiosa estructura social de estos animales, cuyos integrantes heredan de su madre su puesto en la jerarquía. Las hembras mandan, y el rango lo es todo: un sistema matrilineal que ha convertido a la hiena manchada en el gran carnívoro más abundante de África.

Estas y otras observaciones sobre el comportamiento de las hienas no serían posibles sin los 35 años de investigación sobre el terreno de Kay Holekamp, fundadora del Mara Hyena Project. Gracias a su labor, hoy conocemos a esta criatura famosa por su sofisticada estructura social, su avanzada cognición y su gran capacidad de adaptación a entornos nuevos.

Holekamp, bióloga de la Universidad Estatal de Michigan, lleva estudiando esta especie africana en Masai Mara desde 1988, en la que ya es una de las investigaciones sobre un mamífero más prolongadas de la historia. «La idea era dedicarle un par de años –dice–, pero me enamoré».

¿Se enamoró de las hienas? La mayoría de la gente tuerce el gesto cuando se le habla de esta especie. Aristóteles decía de ella que «incluso excava las tumbas por el deseo de devorar este tipo de carne [putrefacta]». Theodore Roosevelt vio en estos carnívoros «una singular combinación de cobardía abyecta y ferocidad insuperable».

En toda África se consideran malvadas y ávidas, y se las asocia con la brujería y la desviación sexual. Incluso la película de 1994 El rey león las retrataba como astutas y maliciosas.

Cuatro especies de hienas deambulan por el África subsahariana y septentrional: la parda, la rayada, la manchada y la termitera (también llamada proteles). Pero es la manchada la que siempre se ha llevado la peor fama. Una de las razones puede ser que se acerca demasiado a la gente.

«Ratas, cucarachas, coyotes… Son especies muy diferentes pero con algo en común: tenemos o frecuente con ellas», afirma la Exploradora de National Geographic Christine Wilkinson, ecóloga especializada en carnívoros de la Universidad de California en Berkeley que estudia las hienas de Kenia, concretamente las del Parque Nacional del Lago Nakuru y alrededores. «Las especies más vilipendiadas suelen ser las que viven junto a los seres humanos; en otras palabras, las que son generalistas y adaptables».

A medida que Wilkinson, Holekamp y otros investigadores incrementan el conocimiento de la biología y la conducta de las hienas manchadas, ponen en entredicho sin cesar nuestra concepción de quién manda en el reino animal y cómo lo hace.

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Este artículo se ha elaborado con información aportada desde Kenia por Ayenat Mersie

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Este artículo pertenece al número de Marzo de 2024 de la revista National Geographic.