La organización de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha decidido aplazar la prueba de triatlón masculino, prevista para este 30 de julio, debido a la mala calidad del agua en el río Sena. Las fuertes lluvias recientes han deteriorado el agua, haciendo que los niveles no sean aptos para la natación, lo que afectó también los entrenamientos del fin de semana.
La prueba masculina se celebrará el miércoles, después de la femenina que por el momento se mantiene el martes. La ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, aseguró que el clima favorable permite este ajuste sin mayores problemas.
El Sena, que recorre 777 kilómetros desde el norte de Francia hasta el Canal de la Mancha, es un símbolo icónico de París. Sin embargo, su idílica apariencia oculta una cruda realidad: la calidad de sus aguas ha sido históricamente deficiente, lo que ha hecho que se prohibiera el baño desde 1923.
El problema de las lluvias
Las razones detrás de esta prohibición son complejas y preocupantes. París, al igual que muchas otras ciudades antiguas, tiene un sistema de alcantarillado combinado, donde tanto las aguas residuales como las pluviales fluyen por las mismas tuberías.
Durante las lluvias intensas, estas tuberías se desbordan, vertiendo aguas residuales directamente al Sena. Este proceso no solo genera un olor desagradable, sino que también contamina gravemente el agua, haciéndola peligrosa para cualquier tipo de o humano.
Limpieza para los juegos
Francia ha invertido alrededor de 1.400 millones de euros en los últimos años en una serie de obras de infraestructura para mejorar la calidad del agua del Sena. Estos esfuerzos forman parte de un ambicioso proyecto cuyo objetivo es garantizar la seguridad de los eventos olímpicos y permitir que los parisinos puedan bañarse en el río en varias zonas de la ciudad a partir del próximo año.
Con todo, el escepticismo público respecto a la calidad del agua del Sena ha sido un tema candente, especialmente en redes sociales. Anne Hidalgo, alcaldesa de París, se zambulló en el río hace unas semanas para desmentir los rumores y la polémica sobre la calidad del agua para las pruebas de natación del triatlón y de aguas abiertas.
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La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se zambulló en el Sena para intentar poner un alto a la polémica sobre la calidad del agua del río.
No obstante, la pregunta sobre si es seguro nadar en el Sena sigue siendo controvertida. Aunque las pruebas recientes indican mejoras significativas, el río continúa siendo vulnerable a la contaminación, especialmente durante episodios de fuertes lluvias. Los eventos olímpicos, incluidos el maratón de natación de 10 km y la porción de natación del triatlón, representan un desafío tanto logístico como sanitario para los organizadores y los atletas.
Un problema que viene de largo
El Sena, con sus más de 700 km de longitud, es una de las vías comerciales más importantes desde hace siglos. En la antigüedad, los galos y romanos lo utilizaron para transportar mercancías y personas, conectando rápidamente diversas zonas importantes. Posteriormente, en la Edad Media, se utilizó para transportar bienes como vino, trigo y madera por el país.
En el siglo XIX, era común que la gente se acercara al río para nadar en los llamados "baños flotantes", que eran zonas con piscinas y áreas de baño separadas para hombres y mujeres. Sin embargo, a medida que París crecía, la calidad del agua empeoró. El río se convirtió en un vertedero de desechos industriales y aguas residuales sin tratar. Debido a esto, en 1923 las autoridades prohibieron el baño en el Sena, ya que la contaminación del agua presentaba riesgos de contraer enfermedades como el tifus y la disentería.
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Un ingeniero realiza pruebas de calidad del agua del río Sena en el área donde están previstas las pruebas del triatlón olímpico, el martes 30 de julio.
Si bien en las últimas décadas se ha trabajado mucho para mejorar la calidad del agua del Sena a través de proyectos de saneamiento e iniciativas como "Seine Aval", la segunda planta de depuración más grande del mundo, los problemas se han reducido pero no han desaparecido.
El camino hacia un Sena limpio y seguro está lleno de obstáculos. Con todo, el éxito de estos esfuerzos han ofrecido una esperanza renovada: la posibilidad de transformar el río en un símbolo de la capacidad de París para enfrentarse a sus retos medioambientales y salir victoriosa. Con un monitoreo constante y un compromiso sostenido, este icónico río podría convertirse en un ejemplo global de cómo una ciudad puede revitalizar sus recursos naturales más preciados.