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30 años de observación revelan que los chimpancés practican medicina

Un estudio de tres décadas revela que nuestros parientes evolutivos más cercanos no solo entienden el sufrimiento ajeno, sino que también actúan para aliviarlo: mastican hojas, limpian heridas, y ofrecen cuidados tras el coito como verdaderos médicos de la naturaleza.

Sergio Parra
Sergio Parra

Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud

Actualizado a

Chimpancés

Durante treinta años, ocultos entre las sombras vivas del Bosque Budongo en Uganda, un grupo de científicos fue testigo de una serie de gestos que parecen desafiar nuestra concepción de la humanidad como única depositaria del conocimiento medicinal

Chimpancés, en silencio y con una delicadeza asombrosa, han sido observados lamiendo heridas propias, aplicando hojas masticadas sobre lesiones ajenas, presionando con sus dedos las zonas dañadas del cuerpo de sus compañeros e incluso limpiando los genitales tras el coito. 

No se trata de anécdotas aisladas, sino de un conjunto sistemático de observaciones que acaban de ser compiladas en un estudio publicado por Frontiers in Ecology and Evolution, y que reconfiguran nuestra comprensión sobre el origen evolutivo de la medicina.

La práctica de la “automedicación” animal no es nueva. Delfines, civetas y hasta osos pardos han sido observados recurriendo a recursos naturales para sanar. Pero lo verdaderamente revelador de este estudio es la documentación minuciosa, por primera vez en Budongo, de cuidados prosociales: gestos dirigidos no solo al bienestar propio, sino también al ajeno. 

 

En estos actos, hay una intención de sanar a otro. Y esa intención —ese acto de empatía medicinal— nos remite a los primeros destellos de lo que luego, en los humanos, se convirtió en ciencia médica.

Entra la Zoofarmacognosia

El término científico que acoge estos comportamientos es zoofarmacognosia, y designa la habilidad de ciertas especies para identificar y utilizar compuestos bioactivos de plantas u otros recursos del entorno con fines terapéuticos. 

En Budongo, los chimpancés no solo seleccionan hojas específicas, sino que las mastican hasta convertirlas en una pasta que luego aplican cuidadosamente sobre heridas abiertas. En algunos casos, incluso, han sido vistos retirando trampas metálicas de sus cuerpos, en un acto de cirugía rudimentaria y desesperada.

Chimpancé curándose

Arriba a la izquierda un chimpancé mastica la corteza del tallo de A. macrophylla. Arriba a la derecha, desprende hojas del tallo y las aplica sobre la rodilla herida. Abajo a la izquierda, aplica la corteza masticada del tallo sobre la herida. Abajo a la derecha, aplica hojas adheridas.

Aún más fascinante es la aparición de comportamientos de limpieza genital tras el apareamiento, usando hojas de modo intencionado y preciso. Esta higiene postcoital, hasta ahora documentada mayormente en humanos y ciertos primates, parece cumplir una función protectora ante infecciones, y sugiere una comprensión instintiva —aunque no necesariamente consciente— del riesgo biológico tras el o sexual.

Estos comportamientos se han registrado tanto entre individuos emparentados como entre no emparentados, un detalle clave que ha llamado la atención de los primatólogos. La atención médica entre familiares podría explicarse mediante la teoría de la “aptitud inclusiva” —es decir, que ayudar a los parientes mejora las posibilidades de supervivencia de los genes compartidos—. 

Pero cuando el cuidado se extiende a del grupo sin lazos genéticos, se sugiere la existencia de mecanismos más complejos como la empatía, la cooperación recíproca o incluso los rudimentos del altruismo.

Diferentes técnicas para curar

Estas prácticas médicas, tanto autodirigidas como sociales, no son anecdóticas ni marginales. El equipo investigador, basándose en más de tres décadas de grabaciones, informes de campo y observaciones sistemáticas, ha logrado construir un compendio detallado de técnicas usadas por los chimpancés: desde el simple acto de lamer una herida, hasta la selección de especies vegetales con propiedades curativas. 

Una de las especies utilizadas frecuentemente, cuyas propiedades antimicrobianas ya han sido confirmadas en laboratorio, es Vernonia amygdalina, conocida por sus compuestos bioactivos con efectos antiparasitarios.

Este estudio no solo aporta datos a la primatología, sino que también tiene implicaciones filosóficas profundas: ¿dónde termina el instinto y dónde comienza la cultura? ¿Podemos hablar de un conocimiento médico rudimentario en los chimpancés? ¿O es acaso un espejo en el que contemplar la protohistoria de nuestras propias prácticas curativas?

La medicina, parece decirnos el bosque de Budongo, no empezó en un laboratorio ni en las tablillas de barro de Sumeria, sino en la observación atenta de la naturaleza, en la repetición instintiva de actos que aliviaban el dolor. Y quizás también, en un gesto silencioso entre dos chimpancés: uno herido, y otro que, sin palabras, mastica una hoja y se la aplica con cuidado. 

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