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La comunicación de las belugas y otros mamíferos marinos tiene una complejidad mayor de la que se pensaba

Tras un año bajo los cuidados del Oceanogràfic de Valencia, las belugas ucranianas muestran una salud excelente.

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Daniel Pellicer Roig

Biotecnólogo especializado en biomedicina y enfermedades raras

Actualizado a

Belugas Plombir y Miranda en el Oceanogràfic de València
Imagen cedida por el Oceanogràfic de València

Imagen de las belugas Plombir y Miranda. En su cabeza se puede observar la prominencia frontal que alberga un órgano ovoide denominado melón, que se cree que es importante para la ecolocalización.

El retumbar de las bombas se sentía cada vez más cerca. Algunas caían a solo un kilómetro del Delfinario NEMO, en Járkov, la segunda ciudad más grande Ucrania. Ante la desesperada situación, los cuidadores decidieron tomar medidas drásticas y emprender una arriesgada odisea para salvar a los animales, ya que no podían garantizar su seguridad. Transportar algunas de las especies fue relativamente fácil, ya que no requieren de instalaciones específicas, y centros de todo el mundo se volcaron ara acoger a cuantos más animales, mejor. Pero este no era el caso de las belugas, un macho de 15 años llamado Plombir y una hembra de 14 años llamada Miranda necesitaban un nuevo hogar, y lo necesitaban pronto.

En una acción coordinada entre los propios cuidadores ucranianos, el Oceanogràfic de Valencia, el Georgia Aquarium y SeaWorld, las belugas fueron transportadas por tierra y aire entre los días 16 y 18 de junio del 2024 hasta las instalaciones valencianas. Desde entonces, Plombir y Miranda viven en la sección del ártico acompañadas por Kylu y Yulka, las dos belugas autóctonas. Sin embargo, la relación entre las belugas comenzó un poco torcida, puesto que los cuidadores notaron de inmediato que no podían comunicarse entre ellas.

Lo que cuentan las belugas

El lenguaje de las belugas y de otros cetáceos ha sido objeto de estudio durante muchos años por su complejidad. Se trata de animales sociales que, aunque viven en grupos pequeños, tienen una compleja estructura jerárquica que garantiza su supervivencia. Para comunicarse, las belugas emiten chasquidos, chirridos y otros sonidos que viajan varios kilómetros por las aguas de los vastos mares y océanos. Gracias a esto, pueden trasmitir información acerca de dónde encontrar alimento, atraer a potenciales parejas, o advertir acerca de posibles amenazas con otros de su especie.

Las investigadoras Valeria Vergara y Marie-Ana Mikus, del programa de investigación de mamíferos marinos en el Ocean Wise Conservation Association analizaron miles de horas de grabaciones, y observaron ciertos matices en su comunicación que han podido “traducirse” a nuestro idioma. Por ejemplo, es bien conocido por la comunidad científica que cada familia de belugas comparte un sonido característico, que se trasmite entre sus . Esto les permite detectar dónde están sus familiares y así coordinar sus movimientos en la inmensidad del océano. Es decir, estos sonidos especiales serían lo equivalente a los apellidos humanos, pero en el idioma de las belugas.

Belugas Plombir y Miranda en el Oceanogràfic
Imagen cedida por el Oceanogràfic de València

Las belugas ucranianas Plombir y Miranda muestran buena salud y están bien adaptadas a sus recintos.

Comparando los lenguajes humanos y de mamíferos marinos

Las lenguas humanas siguen una distribución particular de palabras conocida como distribución de Zipf. Esta distribución o patrón se observa también en bebés durante su aprendizaje de los idiomas y se cree que es un reflejo de la trasmisión cultural del lenguaje. Ahora bien, lo realmente fascinante es que, en 2017, en un artículo en la prestigiosa revista Science, investigadores internacionales observaron que las ballenas jorobadas o yubartas también seguían la distribución Zipf. Para ello, analizaron sus grabaciones durante 8 años en distintos lugares y en distintos grupos. Además, observaron que también compartían otros rasgos con el lenguaje humano como la coherencia estadística y la brevedad en algunos sonidos. 

En palabras de la Dra. Ellen Garland, coautora del artículo: «La revelación de esta estructura oculta en el canto de las ballenas que se asemeja a un lenguaje fue algo inesperado, pero sugiere firmemente que este comportamiento cultural encierra conocimientos cruciales sobre la evolución de la comunicación compleja en todo el reino animal».

Cómo traducir "belugo"

Cuando Plombir y Miranda llegaron al Oceanogràfic y los especialistas se aseguraron de que su situación era la adecuada, los situaron en el recinto de El Ártico, donde ya se encontraban Kylu y Yulka. Ahora bien, no las juntaron completamente, sino que había barreras físicas para que se pudiesen conocer y tratar que el acercamiento fuese una experiencia lo menos estresante posible para los animales. Para garantizar una adaptación apacible, los mismos cuidadores ucranianos que las atendían en NEMO estuvieron durante semanas acompañando a los animales en las instalaciones de Valencia. Así, entre los rostros conocidos y un espacio exclusivo para ellas, las belugas fueron convirtiendo las instalaciones en su nuevo hogar.

Tras un tiempo, parece que las belugas están tratando haciendo esfuerzos para comunicarse entre ellas y conviven apaciblemente en sus recintos. Esta adaptabilidad es una muestra más de la inteligencia de los mamíferos marinos, y está siendo estudiada por un equipo internacional de expertos en cetáceos. En un futuro, tanto estos investigadores, como los de otros cetáceos, esperan poder obtener suficientes horas de grabaciones para lograr comprender este idioma. De este modo, los oceanógrafos y conservadores podrán escuchar y comprender los susurros y los murmullos de los secretos que cuentan las aguas de nuestros océanos.

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