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Canibalismo sexual

Desde los animales más pequeños como las cucarachas o las arañas hasta otros más grandes como los leones africanos practican el canibalismo por distintos motivos, uno de ellos de tipo sexual.

Mónica Artigas
Mònica Artigas

Subdirectora del área de revistas National Geographic

Actualizado a

Cucarachas
Shutterstock

Las cucarachas recurren frecuentemente al canibalismo por distintos motivos, como la escasez de alimentos o como estrategia para asegurar la monogamia.

Sabemos que las cucarachas son unas resilientes natas. Que son capaces de vivir sin cabeza unas cuantas semanas, que se proclaman imbatibles como atletas porque alcanzan una velocidad de 1,5 metros por segundo. Que se encuentran sobre la faz de la Tierra desde hace 300 millones de años y que sobrevivieron, por tanto, a dinosaurios y a otros «grandes» de la historia de la evolución. Sabemos también que tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki fueron ellas las únicas que se salvaron de la quema y se las vio correteando airosas entre las ruinas en un entorno abrasado. Pero ahora, además, sabemos gracias a este artículo que a la hora de reproducirse también lucen unas curiosísimas habilidades de resistencia física a prueba de pasiones desbordadas.

El investigador Haruka Osaki, del departamento de Biología de la Universidad de Kyushu, en Fukuoka, Japón, ha observado que cuando se aparean, las cucarachas Salganea taiwanensis practican un ardiente canibalismo: ella devora las alas de él y él hace lo propio con las de ella, en un win-win -o al revés, porque todos pierden- que tiene una loquísima razón sugerida por los mismos investigadores: asegurarse
la monogamia para toda la vida.

La muy humana teoría de Osaki es la siguiente: con las alas medio roídas en ambas partes por un igual es más difícil que otra posible pareja vea en alguna de ellas atractivo suficiente para un nuevo apareamiento. Canibalizándose en un pacto estoico y asumiendo así, mordisqueados, que la rutilante belleza pertenece a la juventud perdida, infiel y juguetona por definición, las cucarachas se unen para siempre.

El canibalismo sexual es común en el mundo de los artrópodos, y como normalmente se dice, los hay peores. Extremo es el caso de la araña de espalda roja, Latrodectus hasselti. En este caso, las hembras se zampan completamente al macho durante el coito y ellos ayudan a que esto ocurra girándose y adoptando auténticas posturas de Kamasutra para conseguir que la hembra acabe con ellos.

De forma muy parecida actúan las parejas de la araña viuda negra, Latrodectus mactans. En este caso se sabe que el macho se sacrifica para que, al devorarlo, la hembra se quede satisfecha y se apague su receptividad sexual. Así se asegura que los hijos que correrán por estos mundos serán suyos.

Fuera de los artrópodos hay por supuesto otros caníbales sobre la Tierra, pero esgrimen un motivo más sensato para proceder a tales prácticas. El más común: alimentarse. En este sentido, el canibalismo filial es aquel en que los progenitores se comen a sus crías si estas no pueden sobrevivir. Lo hacen muy diversas especies salvajes, como los leones africanos o los leopardos.

Otra versión del canibalismo filial es aquel en que un animal se come sus propios huevos, porque teniéndolos tan a mano, ¿quién se resiste a un buen ágape en el mejor momento del día? Es el pan de cada día de muchos peces, que en ciertos periodos nadan entre la abundancia y sea por necesidad o por gusto, acaban zampándose un producto hecho en casa.

Buen provecho, ¡hasta la semana que viene!

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