“Hola Alex, dime que el puente de mayo estás libre. Aún es confidencial y no se ha anunciado, pero te tengo que invitar a una cosa”. Cuando leí este mensaje de Marisa Mariñán, del Instituto Jane Goodall España, una sensación de ausencia de aire se adueñó de mi pecho, pues entre líneas, la esperanza de lo que podían significar esas palabras se hizo patente.
La etología es la rama de la ciencia que se encarga del estudio del comportamiento animal, pero ser etólogo no es el trabajo más sencillo para encontrar congéneres en el mundo laboral. De hecho, muchas veces me han presentado como “Alex Avello, teólogo” o “enólogo”, cuando el estudio de la religión o la elaboración de vinos escapan totalmente de mis conocimientos.
Es por ello que Jane ha sido un salvavidas en este mar de desconocimiento de esta ciencia, un clavo ardiendo al que agarrarse ante esa expresión de “No sé de lo que hablas” que tanta gente muestra ante tu profesión, para poder coger aire y decir repleto de orgullo: “¿Conoces a Jane Goodall? Pues lo mismo que ella”. Salvando, obviamente, la distancia de 91 años de experiencia que nos separan.
Conocer a Jane había sido un sueño durante muchos años. El mundo está lleno de referentes dependiendo del camino y los gustos que tengamos. En el mío, el de la conservación y divulgación, ella siempre ha ocupado una de las sillas de esa mesa redonda, junto a otras personalidades como David Attenborough, Sylvia Earle o Jacques Cousteau. Pero hoy hemos venido a hablar de Jane y, como toda buena historia, siempre hay que comenzar por el principio.
91 años de historia
Jane Goodall es la etóloga por excelencia y una de las naturalistas más influyentes de la historia. A lo largo de su trayectoria, no solo ha emprendido investigaciones que han redefinido la visión sobre los chimpancés y su protección, sino que además ha realizado grandes esfuerzos por empoderar a las personas a hacer del mundo un lugar mejor para los animales y los humanos.
Fernando Turmo / Instituto Jane Goodall
Zezé y Perrine, rescatados por el Instituto Jane Goodall en el Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga, en Congo.
No fue hasta 1977 cuando fundó en Estados Unidos el Instituto Jane Goodall, con la misión de comprender y proteger a los chimpancés y a otros grandes simios, así como sus hábitats, e inspirar y empoderar al público. De esta entidad surgió, en 1991, el programa educativo Raíces y Brotes (Roots & Shoots) para animar a jóvenes de todo el mundo a crear cambios positivos en sus comunidades.
Y luego, en 2007, se registró el Instituto Jane Goodall España, una asociación sin ánimo de lucro que colabora con el rescate de chimpancés provenientes del tráfico ilegal en Congo y que desarrolla en Senegal sus propios programas de investigación y conservación de chimpancés salvajes, educación ambiental y desarrollo sostenible de las comunidades locales.
Reflejos
Al inicio de la obra “El libro de la esperanza”, en el que Douglas Abrams mantiene un diálogo con Jane, este se refiere a ella como científica y, rápidamente, la propia Jane le corrige diciendo “No me considero científica, sino naturalista”. Al instante me di cuenta de que Jane había expresado en una frase algo que yo siempre había sentido, pues, aunque haya formado parte de proyectos de investigación con ese rol científico, siempre me he sentido un observador de la naturaleza.
@ricardobacchini / Instituto Jane Goodall
Dra. Jane Goodall durante su conferencia en Málaga “Esperanza en acción”.
Es a partir de este momento cuando comienzo a sentir una conexión con su historia mucho más profunda de lo que me imaginaba. Cuando te adentras en la vida de Jane descubres que hay varias personas que juegan un papel fundamental en su trayectoria, pero si hay que darle el título de impulsora a una por encima del resto, este es para Margaret Myfanwe Joseph, su madre.
Cuando la joven Jane, secretaria del paleontólogo Louis Leakey por aquel entonces, quiso irse a África para estudiar a los chimpancés, fue su madre quien la impulsó a perseguir su sueño y acompañarla, pues su presencia era necesaria para satisfacer las exigencias de las autoridades. ¿Te suena de algo, mamá?
Hace un par de años, junto a mi organización Oceavida, se me ocurrió la idea de crear un proyecto específico sobre educación para la conservación marina en escuelas, el proyecto “Peques por el Mar”. ¿El objetivo? Sembrar la semilla de la conservación en las edades más tempranas, para que esta se desarrolle a lo largo de su crecimiento. ¿Por qué? Porque considero que los peques de hoy son la herramienta de conservación más importante del mañana.
Resulta que, como antes mencioné, en 1991 (año “casualmente” de mi nacimiento), Jane crea el programa educativo “Raíces y Brotes” (Roots & Shoots), con la misión de fomentar el respeto y la compasión por todos los seres vivos, promover la comprensión de todas las culturas y creencias e inspirar a cada individuo a tomar medidas para hacer del mundo un lugar mejor para los animales, las personas y el medio ambiente.
Actualmente, el programa cuenta con más de 10.000 grupos activos extendidos por todo el mundo, formados por más de 1 millón de jóvenes y creando una gran red presente ya en 66 países. Existen muchos tipos de grupos “Raíces y Brotes” formados por familias, clases y centros educativos, estudiantes y profesores de universidad, asociaciones, grupos de amigos y amigas, pequeñas empresas y muchos otros formatos.
El objetivo de todos ellos es siempre mejorar su entorno llevando a cabo iniciativas como recogida de basura en playas y espacios naturales, colocación de cajas nido para aves, apoyo a la adopción de animales abandonados, plantación de árboles, etc. Aparte de trabajar en proyectos concretos para su comunidad, los grupos participan en proyectos comunes a nivel nacional e internacional.
En España, “Raíces y Brotes” cuenta con más de 13.000 personas formando parte de estos grupos. Compartiendo sus actividades, ideas e inquietudes, se crea una red en la que todos sirven de apoyo, ayuda e inspiración para los demás. Como etólogo, es obvio que Jane es mi mayor referente, pero si hay algo en lo que siento un absoluto reflejo, es en los rasgos que para mí la definen: pasión, determinación y esperanza.
A través de sus libros, documentales y conferencias ha conseguido inspirar al mundo entero, jóvenes y adultos, a unirnos para enfrentar las amenazas que se ciernen sobre nuestro planeta, porque como ella dice, la esperanza es esa luz al final del túnel, pero también todo lo que está en nuestra mano hacer para poder llegar a ella.
Un instante para toda la vida
En sus dos eventos en Málaga, la presentación de la película “Reasons for Hope” y su conferencia magistral “Esperanza para la acción”, Jane nos deja un claro mensaje: cada día ejercemos un impacto sobre el planeta, es nuestra decisión elegir qué tipo de impacto queremos tener, pues cada uno de nosotros puede marcar la diferencia.
Cada vez que me han preguntado cómo ha sido mi encuentro con Jane, no he sabido dar una respuesta exacta. ¿Cómo se define una mirada cargada con esa paz, serenidad y bondad? ¿Una mirada cargada de tantas experiencias e historias?
Conocer a Jane Goodall es abrazar la superación y la valentía personificadas; es abrazar la conservación, la divulgación, la pasión y la determinación en su estado más puro y natural; pero también es abrazar la lucha contra el machismo, el Holocausto, genocidios, secuestros y la pérdida de seres queridos; es abrazar la historia y la más absoluta iración.
Pero hoy, mi amigo Carlos me ha regalado una frase que podría acercarse más a este sentimiento: conocer a Jane “es como estar delante de alguien que ha ido a otro mundo y ha vuelto”. Siempre he creído que, cuando una sola persona es capaz de cambiar el mundo, tiene que haber un formidable equipo detrás. No me equivocaba.
Gracias Marisa, Inés, Laura, Sara, Lucía, Rebeca, Paloma, Ricardo, Federico y toda la familia que forma parte del Instituto Jane Goodall España. Gracias Lucía y todos los jóvenes de Raíces y Brotes España, por inspirarnos tanto a pesar de vuestra corta edad. Vosotras sois el futuro. Y, por último, gracias a mis irados compañeros de aventuras, Charlie Sarria, Cristina Verdú, Carlota Bruna y Nico Romero.
Es esperanzador ver cómo entre todos, sea cual sea el ámbito del que procedemos, somos capaces de unirnos para dar voz a las cosas importantes. Y a ti Jane, gracias por recordarnos la importancia de entender con la cabeza y comprender con el corazón, por inspirarnos a ser mejores y a unirnos, porque si queremos llegar lejos, sin duda, debemos de hacerlo acompañados. En lo que a mí respecta, gracias por ser partícipe de la persona que soy hoy en día. Yo te prometo seguir inspirando.