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Lo que sabemos sobre el ataque de Israel a Irán: objetivos y reacciones

Israel ha desatado una ofensiva fulminante contra el corazón del programa nuclear iraní, marcando un nuevo y alarmante giro en una enemistad largamente cultivada.

Sergio Parra
Sergio Parra

Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud

Actualizado a

Ataque Israel Irán
APN / Cordon Press

Humo sobre Teherán tras el ataque israelí de este 13 de junio de 2025. 

Israel ha lanzado esta madrugada un ataque de gran envergadura contra Irán, cuyas consecuencias aún son difíciles de prever. La ofensiva, bautizada por Israel como Operación León Creciente, habría implicado el despliegue de unos 200 aviones de combate sobre un centenar de objetivos vinculados a uno de los elementos más sensibles para Teherán: su programa nuclear.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no ha tardado en aparecer ante las cámaras. Con un gesto grave, justificó la ofensiva como una acción inevitable, un "último recurso" para evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear.

“Un Irán con armas nucleares es una amenaza existencial para Israel, y no permitiremos que eso ocurra”, declaró. La frase resonó con una gravedad que hizo eco más allá de las fronteras. Era, en esencia, la isión de que la diplomacia había fracasado —al menos, desde la perspectiva israelí— y que sólo quedaba la acción directa.

Incumplimiento del acuerdo nuclear

La raíz inmediata del ataque ha sido un informe devastador del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que acusaba a Irán de incumplir varios de los compromisos establecidos en el acuerdo nuclear.

El documento reveló que Teherán había incrementado sus reservas de uranio altamente enriquecido y reactivado instalaciones ocultas, infringiendo los límites pactados en el Plan de Acción Integral Conjunto (JOA). Para muchos analistas, este informe fue más que un motivo: fue el detonante cuidadosamente aguardado por Israel para ejecutar una operación largamente planeada.

Reacción iraní

La respuesta iraní no ha tardado en producirse. Desde Teherán, las autoridades denunciaron una agresión sin precedentes y prometieron “una venganza proporcional, implacable y estratégica”.

En las calles, miles de personas se congregaron en señal de duelo y resistencia, mientras los canales estatales divulgaban imágenes de los altos mandos caídos como mártires nacionales. El ataque no sólo ha causado daños materiales: tocó fibras profundas del orgullo nacional, alimentando una narrativa de resistencia que podría cimentar una respuesta militar a gran escala.

En Washington, la Casa Blanca reaccionó con una mezcla de sorpresa y precaución. Aunque evitó condenar directamente el ataque, sí expresó su preocupación por el riesgo de escalada.

Europa, en cambio, fue más crítica: líderes de Alemania, Francia y Reino Unido acusaron a Israel de poner en riesgo la estabilidad regional, aun cuando reconocieron que las acciones iraníes descritas por el informe del OIEA eran “profundamente alarmantes”. La diplomacia internacional se ha puesto en marcha para evitar un conflicto que ya ha comenzado a desbordar las fronteras bilaterales.

Con misiles ya disparados y figuras clave ya muertas, las preguntas ahora son otras: ¿hasta dónde llegará Irán? ¿Responderá con ataques directos o a través de aliados regionales como Hezbolá? ¿Podrá la comunidad internacional contener la inercia de la venganza y el miedo? Este no es sólo un enfrentamiento entre dos Estados: es el epicentro de una pugna ideológica, militar y estratégica que amenaza con transformar la región en un tablero de fuego.

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