En las entrañas de la Tierra, se está gestando un sueño de proporciones ciclópeas. El CERN, epicentro de algunos de los descubrimientos más fundamentales de la física moderna, ha presentado los planes para una empresa que supera incluso la magnitud del ya colosal LHC: el Future Circular Collider (FCC).
Esta estructura circular, aún más ambiciosa que su predecesora (el LHC), podría convertirse en la máquina científica más grande jamás construida por la humanidad. Con un túnel subterráneo de 90,7 kilómetros de circunferencia y una infraestructura capaz de sustentar múltiples experimentos de precisión, el FCC representa una apuesta sin precedentes por desentrañar los secretos más recónditos del universo.
El 31 de marzo de 2025, el CERN culminó su Estudio de Viabilidad del FCC, un informe crucial que aborda desde la viabilidad técnica y financiera hasta el impacto medioambiental de la futura instalación.
El análisis incluyó condiciones geológicas, ingeniería civil, desarrollo de detectores y, lo que es aún más significativo, requisitos de sostenibilidad para asegurar un legado que no comprometa al planeta. Este nuevo colisionador no solo busca continuar la tradición de la ciencia europea, sino proyectarla con fuerza hacia el siglo XXII.
Dos fases
El proyecto se dividirá en dos fases. La primera comenzará en la segunda mitad de la década de 2040 con el FCC-ee, un colisionador de electrones y positrones que se enfocará en mediciones de extrema precisión durante unos 15 años.
Le seguirá el FCC-hh, una gigantesca máquina de colisión de protones y iones pesados que aprovechará la misma infraestructura y que alcanzará energías de colisión de 100 TeV, muy por encima del límite actual de 14 TeV del LHC. Esta segunda fase se extenderá hasta el final del siglo XXI.
Exploración del Modelo Estándar
Más allá de su impresionante escala técnica, el FCC responde a una necesidad científica urgente: el de explorar lo que el Modelo Estándar aún no puede explicar. Tras la confirmación del bosón de Higgs en 2012, quedaron abiertas preguntas fundamentales: ¿Cuál fue el papel del campo de Higgs en la evolución del universo? ¿Podría ayudarnos a entender la materia oscura o la asimetría entre materia y antimateria? La sensibilidad del FCC-ee y la energía sin precedentes del FCC-hh permitirían adentrarse en estos enigmas con una claridad jamás alcanzada.
El impacto de esta megaestructura no será solamente científico. Según los cálculos del CERN, la construcción y operación del FCC generará alrededor de 800 000 años-persona de empleo y tendrá un impacto económico local estimado en más de 4 000 millones de euros.
La inversión inicial, de unos 15 000 millones de francos suizos, se distribuirá a lo largo de 12 años, y un tercio de ese presupuesto será destinado exclusivamente a la excavación del túnel. Esta inversión no solo producirá conocimiento, sino también innovación tecnológica, empleo, formación y desarrollo sostenible.
Perspectiva medioambiental
Desde el punto de vista medioambiental, el proyecto se ha trazado metas claras para reducir su huella. Solo durante la fase de construcción, se estima que se removerán 16,4 millones de toneladas de material —una cifra sustancial, pero menor comparada con otras obras de gran envergadura como el túnel del Gotardo o el proyecto Lyon-Turín.
A través del concurso “Mining the Future”, el CERN ha identificado usos innovadores para esos materiales, desde su transformación en suelos fértiles hasta su reutilización en proyectos de estabilización de terrenos y construcción ecológica.
El consumo energético del FCC también se ha planificado con miras a la eficiencia. A pesar de tratarse del acelerador más grande de la historia, su consumo eléctrico oscilaría entre 1,1 y 1,8 TWh por año —comparable al del LHC— gracias a mejoras tecnológicas y el uso de energías renovables. Además, se exploran formas de aprovechar el calor generado durante la operación para calefaccionar instalaciones públicas y hogares cercanos.
En cuanto al abastecimiento de agua, se ha garantizado que el consumo anual no superará los 3 millones de metros cúbicos durante los picos de operación, cifra que corresponde aproximadamente al uso actual del LHC. Durante la primera década, incluso se prevé un uso muy inferior a ese máximo.
Los sitios en superficie, distribuidos principalmente en territorio francés con uno en Suiza, han sido seleccionados tras una evaluación rigurosa que consideró más de cien configuraciones posibles. Esta estrategia ha reducido en más del 60% la necesidad de superficie terrestre en comparación con los planes originales. Infraestructuras ya existentes del CERN, como el punto 8 del LHC en Ferney-Voltaire y la sede de Prévessin, serán integradas al nuevo complejo.
La visión del FCC es, en última instancia, un acto de fe en el poder del conocimiento colectivo. Más de 140 institutos en más de 30 países están ya colaborando en este gigantesco esfuerzo internacional, y la puerta sigue abierta para nuevos socios que deseen sumarse a esta exploración épica.