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El enigma de la supernova de 1181: un misterio resuelto tras 800 años

Esta supernova es una de las pocas documentadas antes de la invención del telescopio, y su rastro ha permanecido en la oscuridad hasta hace muy poco.

Sergio Parra
Sergio Parra

Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud

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Proyección artística de la supernova

En el cielo nocturno de 1181, una estrella desconocida apareció cerca de la constelación de Casiopea. Durante seis meses, esta «estrella invitada», como fue registrada por observadores chinos y japoneses de la época, brilló intensamente antes de desvanecerse por completo

Durante siglos, los investigadores se enfrentaron a la frustración de no poder asignar ningún objeto celeste visible hoy a esta explosión estelar. No fue hasta 2021 que, tras años de estudio, el enigma encontró una sorprendente resolución.

siguiendo el rastro de una supernova

El remanente de la SN 1181 fue finalmente rastreado hasta la nebulosa Pa 30, descubierta en 2013 por el astrónomo aficionado Dana Patchick. Explorando imágenes archivadas del telescopio WISE, Patchick participaba en un proyecto de ciencia ciudadana cuando se topó con este enigmático objeto. 

Sin embargo, Pa 30 no es un remanente típico de supernova. En su centro, los astrónomos descubrieron algo aún más asombroso: una "estrella zombi", un vestigio dentro del remanente, que sobrevivió a la catástrofe. Este fenómeno se explica por una explosión termonuclear parcial en una enana blanca, un tipo de estrella muerta

Proyección artística de la supernova
W.M. Keck Observatory/Adam Makarenko

Los filamentos de la nebulosa se expanden de forma balística, alcanzando velocidades de alrededor de 1.000 kilómetros por segundo. 

Normalmente, una explosión de este tipo destruiría por completo la estrella, pero en este caso, parte de ella permaneció intacta, dando lugar a esta "estrella zombi". Este tipo de explosión parcial se clasifica como una supernova de tipo Iax.

como Pétalos de un diente de león

Lo que añade aún más misterio a este fenómeno es la presencia de filamentos extraños que emanan de la estrella sobreviviente, recordando a los delicados pétalos de un diente de león. Ahora, los científicos han logrado obtener una vista sin precedentes de estas estructuras intrigantes.

Se ha podido analizar con detalle el remanente de esta supernova gracias al Keck Cosmic Web Imager (KCWI), un espectrógrafo ubicado en lo alto del volcán Mauna Kea, en Hawái. Diseñado específicamente para detectar las fuentes de luz más tenues del universo, el KCWI es capaz de capturar información espectral de cada píxel en una imagen, lo que permite una reconstrucción tridimensional única de los fenómenos estelares.

A través del KCWI, los astrónomos no solo observaron una imagen estática del remanente de supernova, sino que pudieron mapear su estructura en 3D. Este instrumento es tan sensible que incluso puede medir el movimiento del material eyectado por la explosión estelar, permitiendo la creación de una especie de "película" en 3D que documenta cómo los restos de la explosión se expanden en el espacio. Este análisis reveló que los filamentos de la nebulosa se expanden de forma balística, alcanzando velocidades de alrededor de 1.000 kilómetros por segundo

Según los investigadores, este dato es clave, ya que indica que el material no ha sido ni desacelerado ni acelerado desde la explosión original, lo que permitió al equipo retroceder en el tiempo y localizar el evento explosivo con precisión casi exacta en el año 1181. 

Más allá de la expansión balística de los filamentos con forma de diente de león, la forma global del remanente de la supernova resulta igualmente desconcertante. El equipo demostró que los materiales eyectados presentan una asimetría inusual, lo que sugiere que esta irregularidad proviene de la explosión misma. Además, los filamentos muestran un borde interior marcado, creando un vacío alrededor de la estrella zombie en el centro.

Este descubrimiento es significativo no solo por ofrecer una visión inédita de un evento cósmico observado hace casi 800 años, sino también por las preguntas que plantea sobre la naturaleza de este tipo de explosiones estelares. Así, lo que empezó como una observación celeste en una noche del siglo XII se convierte hoy en un fascinante relato sobre los secretos ocultos de nuestro cosmos.

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