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La viuda negra del cosmos: captan una rara estrella devorando a su compañera mediante radiación extrema

En las profundidades del firmamento, dos astros entrelazados libran una lucha titánica. Uno de ellos, un pulsar voraz, consume lentamente a su compañero en un ritual tan bello como brutal. Así nace una nueva criatura estelar: la viuda negra del espacio.

Sergio Parra
Sergio Parra

Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud

Actualizado a

Viuda negra junto a enana marrón
Mark Garlick/Science Photo Librar

Una ilustración de una viuda negra púlsar (derecha) con su estrella enana marrón (izquierda).

La naturaleza no reserva sus arquetipos más oscuros únicamente para la Tierra. En un rincón remoto de la galaxia, astrónomos del radiotelescopio más grande del mundo han detectado un sistema binario que parece sacado de una fábula cósmica de destrucción y renacimiento. 

Se trata de una rara configuración estelar donde un púlsar —el núcleo remanente de una estrella colapsada— orbita y consume a una estrella compañera, como si de una auténtica viuda negra se tratase.

Esta forma particular de púlsar, llamada "púlsar araña", no solo arranca material de su acompañante mediante radiación extrema, sino que lo disipa, erosionándolo con haces de ondas de radio de alta energía. 

El hallazgo, publicado el 22 de mayo en la revista Science, podría representar un eslabón perdido en la evolución de los sistemas binarios, revelando el proceso por el cual estas parejas celestes acaban fusionándose, como lo detectan los observatorios de ondas gravitacionales cada vez con mayor frecuencia.

Cuatro años de observaciones

La estrella en cuestión fue detectada por Jin-Lin Han y su equipo en el radiotelescopio FAST, ubicado en la provincia china de Guizhou. Lo que captó su atención fue la señal periódica emitida por el púlsar, que giraba alrededor de su compañera cada 3,5 horas. 

Sin embargo, lo más llamativo era que desaparecía durante una sexta parte de ese tiempo, como si se ocultara tras una cortina de polvo interestelar. Durante más de cuatro años, los investigadores observaron el sistema con detenimiento, abarcando incluso tres órbitas completas, en busca de pistas sobre la identidad de esta estrella acompañante.

Las observaciones revelaron que el compañero tenía una masa entre 1 y 1,6 veces la del Sol. Pero por las características del sistema —una órbita extremadamente estrecha y eclipses periódicos del púlsar—, los investigadores descartaron que se tratase de una estrella corriente, otra estrella de neutrones o incluso una enana blanca. 

El equipo concluyó que debía ser una estrella de helio, una estrella "desnuda" cuyo manto de hidrógeno ha sido despojado, dejando al descubierto su núcleo ardiente.

Algo sin nombre (aún)

Este sistema ha pasado por una fase conocida como envoltura común. En esta etapa crítica, la estrella compañera creció tanto que engulló al púlsar en su atmósfera expandida. Lejos de ser una muerte asegurada, el púlsar sobrevivió —y prosperó—, utilizando su energía para desintegrar la envoltura desde dentro. Este proceso no solo estrecha la órbita de ambos cuerpos, sino que prepara el escenario para el espectáculo final: la colisión.

Estas interacciones tan violentas son la antesala de los eventos más espectaculares del universo: la fusión de estrellas de neutrones, de agujeros negros o de ambos, cuyas ondas gravitacionales recorren el cosmos como susurros de una danza terminal. 

Que este púlsar haya sido hallado junto a una estrella de helio, sin precedentes en su tipo, reescribe parcialmente lo que sabíamos de estas viudas cósmicas. Un nuevo subgrupo de púlsares araña podría estar esperando su clasificación: ni "black widow" ni "redback", sino algo aún sin nombre —como si el propio universo pidiera a los científicos que consulten a un entomólogo celeste.

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