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Comienza un experimento fascinante sobre agricultura espacial

La misión APEX-12 analizará cómo se pueden controlar los relojes biológicos y el envejecimiento celular de las plantas, una tecnología que también podría beneficiar a los humanos.

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Daniel Pellicer Roig

Biotecnólogo especializado en biomedicina y enfermedades raras

Actualizado a

Estación Espacial Internacional
Foto: NASA

La exploración espacial es una fuente de inspiración que lleva a crear fantásticos avances científicos, desde tecnologías innovadoras hasta descubrimientos revolucionarios sobre nuestro universo. Los telescopios espaciales, por ejemplo, nos han permitido acercar la vista a regiones del universo a miles de millones de años luz. También nos han permitido descubrir mundos que orbitan otras estrellas y encontrar auténticos monstruos espaciales que en los mapas antiguos estarían indicados con la frase «There might be dragons»

Ahora bien, una cosa es observar y otra muy distinta llegar a esas regiones del espacio y poder tocarlas con nuestras manos. Para ello todavía quedan varios siglos de innovación, pero en la actualidad se están cimentando algunas de las tecnologías claves que nos permitirán explorar el espacio. Entre ellas, que se encuentran en la base de la supervivencia son aquellas que permitan garantizar la alimentación.

Por ello, la misión APEX-12 (Advanced Plant EXperiment-12) va a tratar de comprender cómo afecta la microgravedad y la radiación a una parte vital de las plantas: los telómeros, los relojes biológicos de las células.

La importancia de los telómeros

Los telómeros son unas estructuras que se encuentran en los extremos los cromosomas. Al igual que la tapa de un bolígrafo protege su punta para que no se ensucie ni reciba un golpe, los telómeros protegen los extremos del ADN de la degradación. En cada división celular, el ADN se duplica para, de cada célula, formar dos, pero debido a que la biología no es perfecta, el telómero no se replica completamente, sino que en cada división pierde un pequeño trozo en su extremo. Por ello, según pasa el tiempo, los telómeros se van acortando y, poco a poco, van perdiendo su efecto protector.

 

Telómeros
Salk Institute

Los telómeros (verdes) protegen los extremos de nuestros cromosomas (azules), pero pierden esta capacidad protectora a medida que envejecemos.

Este es el motivo por el cual los telómeros se emplean como marcadores de relojes biológicos del envejecimiento celular. Cuanto más vieja es una célula, más cortos son sus telómeros y más probable es que se produzca alguna mutación durante la división celular. En el espacio, debido a la exposición a la radiación y a las condiciones hostiles, el acortamiento de los telómeros es más rápido que en la tierra, lo que se puede traducir en una serie de problemas. En las plantas, se pueden manifestar como crecimientos anómalos, pérdidas en el rendimiento del cultivo e incluso a la muerte de la planta, lo que durante una misión espacial sería un enorme quebradero de cabeza.

Por ello, la investigadora Dorothy Shippen tiene una idea en mente: Reactivar en las plantas una enzima llamada telomerasa, capaz de alargar los telómeros hasta su longitud original. De este modo, evitarían los problemas relacionados con el envejecimiento en las plantas, y además, abrirán la puerta a experimentos con células animales, ya que la pérdida de los telómeros también afecta a los humanos. En la actualidad, existen otros proyectos, como Telo-Seq, del instituto Salk, en el que tratan de encontrar la relación entre ciertas enfermedades cardíacas y cánceres para abrir las puertas a tratamientos que permitan rejuvenecer los tejidos.

A la conquista del espacio

Como comentaba Mark Watney, el hipotético astronauta del libro «The Martian» de Andy Weir, que fue interpretado por Matt Damon en la película homónima: «Dicen que cuando consigues crecer plantas un lugar, este puede considerarse colonizado». Y esa es la idea que tienen varios grupos de investigación en los próximos años, tanto en La Luna, como en Marte.

Uno de los mayores expertos en agricultura espacial de la NASA, Gary Stutte, está convencido de que las plantas son necesarias para que la humanidad de el siguiente paso en su empeño de romper las barreras terrenales. Como recogían unas declaraciones suyas en un congreso de agricultura en Panamá, las plantas son vitales a la hora de colonizar otros planetas, ya que producen oxígeno, nos libran del dióxido de carbono y crean agua y alimento que se puede aprovechar. En otras palabras, nos libran de tener que depender de la Tierra.

Pero el experimento APEX-12 no se limita a cultivar plantas en el espacio, sino que sus beneficios van mucho más allá. Al desvelar los secretos de la actividad de la telomerasa y la dinámica de los telómeros en las plantas, el fin último de los investigadores es allanar el camino para otros avances científicos que tengan aplicaciones terrenales. Por ello, esta investigación subraya la importancia de la exploración espacial para impulsar la innovación y mejorar nuestra comprensión de la biología en entornos extremos.

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