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Arañas: muerte súbita tras la cópula

Para estos arácnidos, el amor conduce a una muerte segura.

EVA
Eva van den Berg

Periodista especializada en ciencia y naturaleza

Actualizado a

Hembra de araña amarilla
Swlphoto/Getty Images

Una hembra de araña negra y amarilla de jardín se dispone a zamparse la presa que ha quedado atrapada en su tela circular.

Cuando tiempo atrás un equipo científico formado por investigadores de dos universidades norteamericanas –la canadiense Concordia en Montreal y la estadounidense de California en Riverside– descubrió el peculiar comportamiento de los machos de araña negra y amarilla de jardín (Argiope aurantia), se quedaron bastante sorprendidos: para estos animales, el amor conduce a una muerte segura.

Es cierto que entre los arácnidos, los machos frecuentemente salen malparados del encuentro sexual: muchas hembras los devoran después de aparearse, aunque la verdad es que eso no pasa de ser un simple tentempié porque ellos suelen ser diminutos, miden entre 5 y 9 milímetros, mientras que la envergadura de las féminas está entre los 19 y 28 milímetros.

Pero en el caso de esta especie, la razón de la desgracia masculina no es esa: el macho muere espontáneamente durante la cópula. De repente se le para el corazón sin que la hembra haya urdido ninguna estrategia asesina. Un posible motivo de esa muerte súbita es que el difunto partenaire se quede ahí tieso, bloqueando los genitales femeninos durante un tiempo, lo que impide que otros pretendientes logren procrear con esa hembra, que de pronto queda dotada de un cinturón de castidad natural y, por suerte para ella, biodegradable.

Eso pone de los nervios a los otros machos que la rondan y que, según observaron los científicos, enloquecen ante ese impedimento e intentan extraer el cadáver intruso mordiéndole las patas. En resumen: que los «araños» dan la vida para perdurar a través de sus vástagos.

Este artículo pertenece al número de Marzo de 2024 de la revista National Geographic

 

 

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