Cuando el arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner diseñó el Hospital de Sant Pau de Barcelona, inaugurado en 1930, tenía muy claro que deseaba crear un edificio funcional en el que la arquitectura se pusiera al servicio de la ciudadanía. Ejemplo de ello es la disposición de las dependencias -espaciosas, aireadas e iluminadas, separadas por especialidades, pero conectadas interiormente a través de pasillos- o los jardines que convirtieron al hospital en un pequeño pulmón verde dentro de Barcelona y que revolucionaron el concepto de atención sanitaria que se había dado hasta aquella época.
El higienismo, un movimiento social surgido en el siglo XIX que ponía el acento en la importancia de la salubridad de las ciudades, adquirió en el hospital de Sant Pau uno de sus máximos exponentes. Los enfermos que salían al jardín encontraban naranjos, olmos y tilos, y plantas medicinales, como la salvia, el romero o la María Luisa, lo que convertía a este espacio no solo en un elemento decorativo, sino terapéutico, una función que llega hasta nuestros días. Un pequeño oasis que proporcionaba a los enfermos un espacio tranquilo y relajado en el que recuperarse de sus afecciones.
Así, el hospital pasaba de ser una mera dependencia a un elemento indispensable en la atención del paciente. En otras palabras, dejaba de ser una mera estancia de atención médica a servicio humanizado en el que el bienestar de los internos se convertía en una prioridad.
Hospital de Sant Pau
La disminución del estrés y la ansiedad y el malestar o el fomento de las habilidades comunicativas son algunos de los beneficios documentados por los profesionales sanitarios.
El de Sant Pau es solo un ejemplo en la larga lista de centros sanitarios ideados para maximizar el bienestar de los pacientes. En los últimos años, los diseñadores de numerosos hospitales de referencia han aunado esfuerzos en este mismo sentido. Uno de ellos es el Hospital Rocio, de Campo Largo, en Brasil, obra de Manoel Coelho, cuyo diseño busca maximizar la luz natural y optimizar el espacio.
El centro incorpora la naturaleza como un elemento más y ofrece a las pacientes vistas de bosques de auracaria y pinos característicos de la región de Paraná, Otro ejemplo de gestión eficiente y fusión con el medio ambiente lo encontramos en el nuevo edificio del hospital Haraldsl, en la localidad noruega de Bergen. Allí, los pasillos tradicionales han sido sustituidos por zonas abiertas comunes, con un amplio atrio central donde siempre llega la luz solar. En las habitaciones, los internos cuentan con excelentes vistas del monte Ulriken y el río Møllendalselven.
La humanización de los hospitales cobra cada vez más fuerza en el mundo sanitario. No solo desde el punto de vista arquitectónico, sino también asistencial. La idea es enfocar la atención al paciente como el eje vertebrador de la atención sanitaria, máxime en un futuro del sector marcado por la omnipresencia de los algoritmos de inteligencia artificial y la automatización de procesos de asistencia, como habrá comprobado cualquier que desespere al otro lado del teléfono a la hora de pedir una cita médica en su médico de cabecera.
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Los jardines del Hospital de Sant Pau, en Barcelona, no solo son un elemento decorativo, también cumplen una función terapéutica.
Prioridad: el bienestar del paciente
La importancia de la atención sanitaria multidisciplinar, ofrecida desde distintas especialidades, gana fuerza entre aquellos profesionales de la salud que consideran que el paciente y su entorno (ya sea familia o cuidadores) son tan importantes como la atención propiamente clínica.
A los pacientes no solo hay que atenderles, también hay que escucharles, acompañarles, ofrecerles un entorno amigable y ayudarles a superar los procesos difíciles. Y eso, afirman desde Sant Pau, debe hacerse desde diferentes prismas: desde la arquitectura: ofreciendo un entorno amigable desde el que disminuir la percepción del tiempo de espera, pero también desde servicios de atención especiales que faciliten la interacción entre los pacientes y las familias, así como a través de la creación de espacios pensados para la buena comunicación entre s y profesionales sanitarios, una práctica que se ha demostrado aumenta la adherencia del tratamiento por parte del paciente y tiene un impacto positivo en la recuperación.
A los pacientes no solo hay que atenderles, también hay que escucharles, acompañarles, ofrecerles un entorno amigable y ayudar a superar los procesos difíciles.
Desde esta nueva perspectiva, no solo la arquitectura es importante. También lo es el acompañamiento integral desde disciplinas no sanitarias. Y es aquí donde entra en juego el mundo del arte, en sus múltiples manifestaciones: pintura, música o danza…
En los últimos años, el número de investigaciones sobre el uso del arte como complemento terapéutico ha crecido considerablemente. Existen numerosos estudios que prueban los beneficios que las distintas manifestaciones artísticas tienen sobre la salud y en la calidad de vida, ya sea en adolescentes o en pacientes de edad avanzada que habitan en residencias de la tercera edad, así como en personas aquejadas de demencia o en pacientes psiquiátricos.
En 2022, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Barcelona publicada en la revista especializada Current Oncology Reports y realizada a partir de 14 estudios probó que las terapias artísticas en pacientes con cáncer tienen importantes beneficios, tanto en los enfermos como en los familiares.
En este otro estudio publicado en la revista Paliative Medicine Report se deja constancia del potencial de estas prácticas en beneficio de los propios profesionales sanitarios. Conclusiones que van en consonancia con las vertidas por un informe de la OMS en el que deja claro el gran potencial de las actividades artísticas en pacientes aquejados de cáncer o enfermedades mentales, así como quienes padecen fases agudas de alguna enfermedad o que reciben cuidados paliativos.
Ya sea desde el arte, la música o desde cualquier otra disciplina, hace tiempo que los hospitales están implementando planes encaminados al beneficio del paciente. Uno de ellos es el proyecto Hospital Amic, del hospital materno-infantil Sant Joan de Déu de Barcelona, una iniciativa enfocada a hacer que el proceso de hospitalización sea lo más llevadero posible, tanto para los niños como para sus familias. En este sentido, el centro incluye un amplio programa de actividades encaminadas al apoyo emocional, que van desde terapias con payasos hasta programas artísticos para ayudar a los más pequeños a expresar aquellas emociones que son difíciles de comunicar con palabras.
El Hospital de Sant Pau también incluye las terapias artísticas entre sus servicios de atención. Ejemplo de ello es el programa Arteterapia, financiado por la Fundación Nous Cims, implementado en el departamento de hematología. La idea es proporcionar apoyo emocional a pacientes ingresados y en transición hacia su recuperación en el domicilio. Se trata de proporcionar un espacio seguro donde fomentar la expresividad artística como vía expresión de las emociones y en el que los pacientes encuentran un medio idóneo para expresar aquellas emociones que no puede transmitir con palabras.
Hospital de Sant Pau
Una paciente del Hospital de Sant Pau ultima los detalles de un dibujo. Los profesionales sanitarios llevan años prescribiendo actividades artísticas como parte del tratamiento para mejorar el bienestar de los enfermos.
Arteterapia para acompañar los últimos momentos
¿Podría el arte servirnos para apaciguar nuestro desasosiego al final de la vida? Hace décadas que el Hospital de Sant Pau viene estudiando los beneficios de la arteterapia en pacientes paliativos. Movidos por los buenos resultados de los informes reportados entre aquellos pacientes con cáncer avanzado hospitalizados en la unidad de curas paliativas (U), los profesionales de este hospital pusieron en marcha en 2012 un servicio de arteterapia para pacientes oncológicos.
En situaciones de crisis emocional, afirman desde este centro hospitalario, el arte desata un proceso creativo y artístico que puede servir como un lenguaje complementario, y en ocasiones, alternativo, al verbal, algo que ayuda al paciente a comunicarse mejor y expresar sus emociones.
Sumado a los cuidados paliativos, la experiencia de estos facultativos es que el arte alivia en gran medida el sufrimiento del paciente, especialmente en los últimos momentos de la vida. Los informes facilitados por los profesionales de esta unidad demuestran que existe una reducción estadísticamente significativa de las expresiones de nerviosismo, desánimo y malestar, así como el alivio del dolor en caso de intervención. En otras palabras, el arte, en sus múltiples manifestaciones, actúa como un soplo de aire fresco que alivia el malestar de pacientes y familiares, incluso en los momentos más difíciles.
El poder terapéutico de la música
La música también tiene el poder de ayudar a los pacientes a combatir el estrés y mejorar la adaptación a los tratamientos. En este sentido, el mismo hospital de Sant Pau ofrece una aproximación a esta disciplina desde distintas áreas: la música está presente en el área de pediatría, así como en las unidades de neurología, psiquiatría y hematología, donde se está desarrollando un estudio en colaboración de la ESMUC (Escola de Música de Catalunya) para medir el impacto de esta terapia en aquellos pacientes obligados a permanecer aislados durante largos períodos de tiempo.
La musicoterapia, informan desde Sant Pau, consiste en el uso sistemático de la música en un entorno terapéutico para mejorar la salud de los pacientes. Ha demostrado, según explican desde el centro, sus efectos beneficiosos en diferentes enfermos, especialmente oncológicos. Actividades como tocar instrumentos, cantar o técnicas de relajación acompañadas de música facilitan la expresión emocional, aumentan la interacción social y promueven los estados de relajación. Además, ha demostrado ser un instrumento eficaz para disminuir la ansiedad, la depresión y el malestar físico.
La pintura, la escritura, la danza o la música no solo sirven para alimentar el alma y el espíritu, sino que también son una importante herramienta terapéutica que se abre paso en hospitales de todo el mundo, donde cada día más se concibe el bienestar del paciente como un elemento clave dentro de la atención sanitaria. Al fin y al cabo, los pacientes son mucho más que un número de historial médico o un simple algoritmo. Son, somos, personas, con toda la profundidad que ello conlleva, hasta el último momento de nuestra vida.