El escenario meteorológico de España se prepara para un cambio radical con la llegada de la borrasca Garoé. Este fenómeno atmosférico, nombrado en honor al mítico árbol de hierro de El Hierro, cargado de humedad, traerá consigo un episodio de lluvias generalizadas, nevadas importantes y un ascenso de temperaturas que marcará el fin de las heladas nocturnas en muchas regiones.
Tras días dominados por la estabilidad atmosférica y cielos despejados, esta semana se espera que los vientos ábregos del suroeste transformen el panorama meteorológico de la península.
A partir del domingo 19 de enero, los cielos han empezado a cubrirse, como preludio del cambio de tiempo. Se anticipan precipitaciones moderadas en el tercio noroccidental peninsular, con nevadas por encima de los 800-1.000 metros. La acción de Garoé se hará sentir con fuerza desde el lunes, cuando las lluvias se extenderán al resto del territorio, concentrándose especialmente en el cuadrante suroccidental.
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Entre lluvias torrenciales y nevadas
El pronóstico no deja lugar a dudas: entre el lunes 20 y el miércoles 22, las lluvias más intensas se registrarán en áreas como Sierra Morena, el sistema Central y los valles de Extremadura y Andalucía occidental. En estas zonas, los acumulados podrían superar los 100-150 mm, una cifra que no solo representa el episodio más importante de precipitaciones en lo que va de año, sino que también supone un alivio parcial para los embalses de estas regiones.
Según el modelo europeo de predicción meteorológica, estas lluvias se verán reforzadas por la presencia de un "río atmosférico", una corriente de vapor de agua proveniente de latitudes subtropicales, que incidirá especialmente en el Golfo de Cádiz.
Las nevadas, por su parte, serán protagonistas en los sistemas montañosos del norte y el interior peninsular. Se esperan acumulados significativos en Castilla y León, el sistema Ibérico y los Pirineos, con la cota de nieve oscilando entre los 500 y 1.000 metros al inicio del episodio, para luego subir progresivamente. En el Pirineo, por ejemplo, no se descarta que las mínimas alcancen los -10 ºC durante las noches del lunes y martes.
El viento, otro protagonista del cambio de tiempo
Además de las lluvias y nevadas, el viento del suroeste cobrará protagonismo, especialmente en las vertientes atlántica y cantábrica, donde se esperan rachas muy fuertes que podrían superar los 70 km/h. Las zonas costeras y montañosas serán las más afectadas, con posibles daños en infraestructuras y árboles debido a la fuerza de los ábregos.
Para el jueves 23, las precipitaciones comenzarán a remitir en el suroeste, pero persistirán en la mitad norte, coincidiendo con un descenso de temperaturas que podría devolver las nevadas a cotas más bajas. Este vaivén térmico es característico de la dinámica de las borrascas atlánticas, que introducen aire más cálido antes de arrastrar masas más frías tras su paso.
Un respiro para la sequía, pero no para todos
Aunque las precipitaciones serán generosas en buena parte del territorio, no todas las regiones disfrutarán de este alivio hídrico. Las áreas de la vertiente mediterránea, incluyendo Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia, quedarán al margen de las lluvias más intensas, recibiendo solo precipitaciones débiles y puntuales. Esta disparidad en el reparto de agua refleja la influencia de los vientos ábregos, que favorecen la vertiente atlántica frente a la mediterránea.
Por otro lado, la borrasca traerá consigo un cambio significativo en las temperaturas. Las mínimas, que en los últimos días habían alcanzado valores bajo cero en amplias zonas del interior peninsular, comenzarán a subir de manera generalizada. Este ascenso térmico será más notable en Andalucía y ambos archipiélagos, donde las noches frías darán paso a temperaturas templadas que rondarán los 12-16 ºC.
La borrasca Garoé no solo transformará el paisaje invernal de España, sino que también subraya la importancia de los fenómenos meteorológicos extremos en el contexto actual de cambio climático. Mientras las lluvias y nevadas prometen aliviar la sequía en algunas zonas, también plantean desafíos en forma de inundaciones, deslizamientos de tierra y otros riesgos asociados.
