Las aguas del mar del Norte fueron testigos de un accidente de alto riesgo el pasado lunes, cuando un buque tanque cargado con combustible para aviones de la Armada estadounidense fue embestido por un carguero, desatando incendios y explosiones a bordo de ambas embarcaciones. 

Pero más allá del drama humano y la espectacularidad del siniestro, lo que ahora inquieta a los expertos es el impacto ambiental de este desastre, ocurrido cerca de zonas protegidas y en un momento crítico para la fauna marina.

El buque tanque siniestrado, el Stena Immaculate, transportaba 140.000 barriles de combustible Jet-A1 cuando fue golpeado por el carguero Solong, que a su vez llevaba a bordo 15 contenedores de cianuro de sodio, un compuesto altamente tóxico usado en la minería del oro. Las autoridades han confirmado la fuga de combustible al mar, mientras que la integridad de la carga química sigue siendo una incógnita.

El impacto del choque no solo causó incendios en ambas naves, sino que también derivó en la evacuación de sus tripulaciones. De los 36 marineros rescatados, uno ha sido hospitalizado, mientras que un miembro del Solong sigue desaparecido. A medida que las llamas continúan ardiendo en los restos de los buques, crece la incertidumbre sobre los efectos de la contaminación en una de las regiones más sensibles del ecosistema marino europeo.

No en vano, la NOAA (istración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) advierte que este tipo de combustible puede ser letal para los organismos marinos que entren en o directo con él, especialmente en áreas cerradas o de baja circulación de agua.

Amenaza a la fauna marina

El sitio del accidente se encuentra cerca de una zona de especial importancia ecológica, hogar de colonias protegidas de frailecillos y alcatraces, además de ser un área de reproducción de marsopas comunes. Con el inicio de la temporada de anidación, la presencia de hidrocarburos y sustancias químicas en el agua podría tener efectos devastadores en las aves marinas y mamíferos acuáticos.

"Estamos extremadamente preocupados por los múltiples peligros tóxicos que podrían derivarse de este accidente", ha advertido Paul Johnston, investigador principal de los Laboratorios de Investigación de Greenpeace en la Universidad de Exeter. "El combustible para aviones en el agua puede ser fatal para peces y otras criaturas marinas, y aún no sabemos si los contenedores de cianuro de sodio han sido comprometidos. Si se liberan, estaríamos ante un escenario ambiental de extrema gravedad", dijo el especialista en un comunicado de Greenpeace.

Más allá del contenido de los tanques, los expertos también han puesto el foco en el búnker de combustible de ambas embarcaciones. Este tipo de aceite pesado, utilizado para la propulsión de los barcos, es mucho más difícil de dispersar y su impacto ecológico puede ser incluso más dañino que el del jet fuel, ya que se adhiere a las plumas de las aves marinas y al pelaje de los mamíferos, reduciendo su capacidad de aislamiento térmico y provocando muertes por hipotermia.

Acción urgente para contener el daño

Las autoridades británicas, junto con equipos especializados en salvamento marítimo, han desplegado aviones de monitoreo para evaluar la extensión del derrame y establecer planes de mitigación. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica.

Desde Greenpeace han instado a una acción inmediata para contener la contaminación y evitar que se propague hacia las reservas naturales cercanas. “Los gobiernos y las compañías responsables deben actuar sin demora para minimizar el daño ambiental. No podemos permitirnos una nueva catástrofe en el mar del Norte", ha enfatizado Johnston.

Las aguas de esta región han sido testigos de innumerables episodios de navegación a lo largo de los siglos, pero este choque, con su cóctel de sustancias químicas y combustible altamente volátil, podría marcar un capítulo oscuro en la historia de la conservación marina.