En el ámbito del océano Atlántico, las corrientes marinas no solo son protagonistas invisibles, sino también piezas fundamentales en la regulación climática global. Una reciente investigación, llevada a cabo por un equipo multidisciplinario, ha arrojado luz sobre un enigma fascinante: la corriente de Florida, una de las más rápidas y esenciales en la circulación atlántica, ha mantenido su fuerza de manera notablemente estable durante las últimas cuatro décadas.
Este hallazgo, aunque alentador en algunos aspectos, no necesariamente desmiente las preocupaciones sobre el debilitamiento general del sistema conocido como la circulación meridional de vuelco del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés).
Las claves de la AMOC
La AMOC, comparada a menudo con una gigantesca cinta transportadora oceánica, juega un papel vital al mover calor, sal, nutrientes y dióxido de carbono a través de los océanos. Las alteraciones en su flujo podrían tener repercusiones catastróficas, afectando patrones climáticos globales, niveles del mar y ecosistemas marinos.
Ante este contexto, el descubrimiento de que la corriente de Florida, un componente clave de la AMOC, se ha mantenido estable durante tanto tiempo, genera nuevas preguntas sobre el verdadero estado de este delicado sistema.
La investigación citada, llevada a cabo por científicos del Instituto Cooperativo de Estudios Marinos y Atmosféricos (CIMAS) y la Universidad de Miami, hizo uso de una innovadora metodología para analizar datos históricos de transporte de volumen de la corriente de Florida. Estos datos provienen de un cable submarino que ha estado midiendo las variaciones de la corriente en el estrecho entre Florida y las Bahamas durante más de 40 años.
A pesar de las predicciones climáticas que indican una disminución significativa de la AMOC en los próximos años, este hallazgo sugiere que cualquier declive importante aún no se ha manifestado en este segmento específico del Atlántico.
Un sistema clave bajo la lupa
La corriente de Florida es mucho más que una simple corriente oceánica; su papel va más allá de mover masas de agua. Este flujo transporta calor hacia el norte, regula el clima costero, y puede influir en eventos climáticos extremos y el nivel del mar.
El seguimiento de esta corriente se ha realizado de manera casi continua desde 1982, a través del proyecto de la Serie Temporal de la Frontera Occidental (WBTS, por sus siglas en inglés) de la Oficina Nacional de istración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), que ha proporcionado el registro de observación más largo de una corriente oceánica en todo el mundo.
Este registro continuo ha sido fundamental para evaluar cambios a largo plazo en la AMOC. A partir de 2004, se estableció un sistema de monitoreo conjunto con el Reino Unido y la Universidad de Miami, conocido como RAPID-MOCHA, que ha permitido observar la AMOC en su conjunto.
Los modelos climáticos actuales sugieren que la AMOC podría debilitarse hasta en un 45% hacia finales de este siglo, un fenómeno que podría tener efectos devastadores en el clima global. No obstante, la falta de evidencia observacional directa de una desaceleración significativa de la AMOC en las últimas décadas mantiene abiertas muchas incógnitas.
¿Un reloj climático a punto de detonarse?
La estabilidad de la corriente de Florida ofrece, en parte, un respiro frente a las sombrías predicciones climáticas. Sin embargo, los científicos subrayan que los registros actuales aún son demasiado cortos para extraer conclusiones definitivas sobre la salud de la AMOC en su totalidad.
NOAA
La cinta transportadora global, que se muestra en parte en esta ilustración de la NASA, hace circular agua subterránea fría y agua superficial cálida por todo el mundo. La AMOC es parte de este complejo sistema de corrientes oceánicas globales.
Aunque la Corriente de Florida no haya mostrado signos de debilitamiento, la AMOC podría estar experimentando cambios en otras áreas, o incluso en ciclos interdecadales más complejos que todavía no comprendemos completamente.