Casi la mitad de los perros y gatos mayores de 10 años desarrollan algún tipo de cáncer, y a partir de esta edad es la primera causa de mortandad entre dichas especies. Por suerte, existen diversos tratamientos con los que es posible vencerlo, pero es fundamental detectarlo en un estadio temprano. Te explicamos cómo detectar si tu mascota puede estar afectada por algún tipo de cáncer y qué puedes hacer al respecto.
Qué tipos de cáncer padecen los perros y los gatos
Los perros y gatos pueden verse afectados por los mismos tipos de cáncer que padecemos los humanos, aunque en distintas proporciones. En los gatos los más comunes son los linfomas, que están estrechamente relacionados con el sistema inmunitario: los animales que padecen algún tipo de enfermedad inmunológica, bastante frecuente en gatos rescatados de la calle, son especialmente susceptibles de padecer linfoma.
Entre los perros, los cánceres con mayor número de diagnósticos son el de piel, el linfoma y el osteosarcoma o cáncer de huesos; entre las hembras se diagnostica también con frecuencia el cáncer de mama, especialmente entre aquellas que no han sido esterilizadas. Los tumores, tanto malignos como benignos (los que no derivan en cáncer), aparecer con mayor frecuencia a partir de los 8 años de edad, aunque también los animales más jóvenes pueden sufrirlo.
La proporción de un determinado tipo de cáncer varia bastante entre razas y algunas están más predispuestas que otras: las que tienen mayor probabilidad de padecer cáncer son, por este orden, el Boxer, el Beagle, el Golden Retriever y el Rottweiler. Los perros de pelo corto están más expuestos a sufrir el cáncer de piel, el más frecuente entre perros.
Cómo detectar indicios de cáncer
Puesto que detectar pronto un posible cáncer es muy importante para el tratamiento, hay que estar atentos a síntomas físicos y de comportamiento que puedan hacernos sospechar de un posible cáncer.
Los síntomas físicos más visibles son la pérdida inexplicable de peso, bultos extraños en la piel, mal estado del pelaje, mucosas pálidas, heridas que no cicatrizan, vómitos o diarreas frecuentes y dificultades para respirar o para tragar alimentos. Otros indicios son los cambios de comportamiento como apatía, cansancio o pérdida de apetito. En estos casos hay que llevarlo al veterinario lo más pronto posible, ya que sea cáncer o no, está claro que algo tiene.
Para determinar si hay algún tumor, las dos primeras pruebas que suelen hacerse son una radiografía y una ecografía. En caso de detectar uno, para determinar si se trata de cáncer – y de qué tipo – se realiza una citología o biopsia: en la primera se extraen células de la zona afectada con una punción, mientras que con la segunda extraemos un fragmento de tejido afectado. La biopsia se realiza si los resultados de la citología no son concluyentes, ya que requiere anestesiar al paciente.
¿Qué hacer si nuestra mascota tiene cáncer?
Si, lamentablemente, se confirma que nuestra mascota padece cáncer, el veterinario recomendará el tratamiento que considere más adecuado.
Si es posible, la primera opción suele ser extirpar el tumor quirúrgicamente. Esto puede hacerse con ciertos condicionantes: que no haya metástasis – es decir, que el cáncer no se haya propagado a otras zonas – y que exista un margen suficiente de tejido sano alrededor, ya que también se extirpa por seguridad el que rodea al tumor y, si está muy extendido, puede comprometer el funcionamiento del órgano afectado. Además, hay que tener en cuenta que para los animales de edad avanzada la anestesia es un riesgo.
La segunda opción es tratar el cáncer con quimioterapia o radioterapia para matar las células cancerosas o impedir que se reproduzcan hasta que desaparezcan. Aunque tiene efectos secundarios, no son tan grandes como en el caso de los humanos ya que las dosis son mucho más reducidas: los más frecuentes son la anemia, los problemas digestivos y la disminución de las defensas del organismo, lo cual lo hace más sensible a infecciones mientras dura el tratamiento.
Ambas opciones no son excluyentes: la quimioterapia se puede utilizar antes de una intervención quirúrgica para reducir el tamaño del tumor y así tener que extirpar menos tejido, o bien después si la cirugía no ha logrado eliminarlo del todo o para frenar una posible metástasis.
¿Cuánto vive un perro o gato con cáncer?
Es la pregunta que todos se hacen al saber que su mascota tiene cáncer, y a menudo no es fácil responderla ya que depende de muchos factores.
Uno de los más importantes es qué parte del cuerpo está afectada. Ciertos órganos, como el hígado o el estómago, pueden funcionar incluso si se elimina una parte de ellos quirúrgicamente. En el caso del cáncer más común en perros, el de piel, es relativamente sencillo si el tejido afectado es superficial.
En los casos en los que el cáncer se haya extendido y no sea posible la cirugía, hay que recurrir a la quimioterapia o radioterapia, pero valorando el estado del órgano u órganos afectados y si estos podrán seguir funcionando correctamente incluso si el tumor se elimina por completo. En estos casos, a veces lo único que puede hacerse es impedir que se desarrolle más mientras el paciente pueda mantener una buena calidad de vida.
Recientemente, se detectó un gen específico que podría ayudar en la lucha contra el cáncer, no solo en mascotas sino también en humanos. Se trata de una variante particular del gen ERBB4/HER4, que se ha encontrado en algunos perros de raza Golden Retriever, y que según los investigadores que lo han identificado parece darles una mayor resistencia al cáncer y alargar su esperanza de vida.