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Encuentran por primera vez un parásito peligroso para la salud pública en jaguares del Pantanal

La presencia de este tipo de parásitos, explican los científicos, refuerza la necesidad de someter a estos animales a una vigilancia continúa, pues podrían alertar sobre la presencia de enfermedades zoonóticas.

Sergi Alcalde National Geographic
Sergi Alcalde

Periodista especializado en ciencia, sociedad y medio ambiente

Actualizado a

Un félido vital para el control de las enfermedades zoonóticas
Xavier Muñoz

Los jaguares, presentes en casi la mitad del territorio del Pantanal, no solo son vitales para el equilibrio de los ecosistemas, sino también para el control de las enfermedades zoonóticas. Nina, hembra dominante en la región de la Pousada Piuval, dio positivo a "Spirometra".

El jaguar está presente en casi la mitad del territorio del Pantanal de Brasil, el humedal más grande del mundo, ubicado en el oeste del país, junto a Paraguay y Bolivia. Como superdepredadores que son, estos félidos son de vital importancia para la salud de estos ecosistemas acuáticos dominados por llanuras aluviales. Pero también tienen otra función menos visible: la de indicador de la calidad ambiental, pues son especialmente sensibles a las alteraciones del hábitat. Y en este sentido, pueden convertirse en un marcador que indica que algo no va bien, no solo para el medio ambiente, sino también para la salud humana.

Eso es precisamente lo que descubrió un equipo de investigadores del departamento de zoonosis y genética de la Universidade Estadual Paulista (UNESP) y del departamento de patología de la Universidade Federal de Mato Grosso (UFMT), a través de la maestría del médico veterinario Paul Raad, quien encontró rastros de una especie de tenia en un análisis de heces de estos félidos. En otras palabras, la investigación pone de manifiesto la utilidad de esta especie como biomarcador de zoonosis, siendo aquellas enfermedades capaces de traspasar de una especie animal al ser humano.

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Un félido amenazado

El jaguar (Panthera onca), el félido más grande de América, se distribuye por gran parte del continente americano, desde el norte de México hasta Argentina. Sobre todo, habita en zonas pantanosas y regiones boscosas, aunque también frecuenta zonas desérticas y de matorrales. No se encuentra en peligro de extinción, aunque está clasificado como casi amenazado por la IUCN como consecuencia de la pérdida de hábitat, recursos, matanzas por retaliación y la agricultura intensiva.

Solo sobreviven en grupos pequeños en zonas remotas de América Central, lo que convierte a la selva amazónica y sus alrededores en una de las poblaciones más abundantes y densas del mundo. En el Pantanal, por ejemplo, están presentes aproximadamente en un 47% del territorio, lo que subraya su importancia crucial como depredadores de la cúspide de la cadena alimentaria y su rol para el equilibrio de los ecosistemas de esta zona.  

Sin embargo, a pesar de su ubicuidad, los jaguares normalmente no son bien recibidos por muchos agricultores y habitantes de las zonas ribereñas amazónicas, por lo que hace décadas que los conservacionistas idean sendos programas destinados a su preservación. En 2001, por ejemplo, un equipo de investigadores brasileños financiados por National Geographic marcaron un ejemplar adulto, al que realizaron un seguimiento durante 40 kilómetros. Se convirtió en el primer ejemplar marcado al que se sometió a un seguimiento vía satélite. Desde entonces, numerosas ONG han aunado esfuerzos para tratar de proteger a estos félidos, ya sea realizando estrictos seguimientos de su área de distribución o a través de la creación de cercados y corredores biológicos que faciliten su dispersión por el entorno. 

Presencia de parásitos
José Gabriel Gonçalves

Espécimen de género Spirometra spp. con proglótides y típico formato de útero en forma de espiral de la especie.

 

Parásitos
Paul Raad

Los investigadores encontraron en los restos fecales un espécimen de la forma adulta de Spirometra spp., un céstodo causante de la esparganosis, una enfermedad que afecta a los humanos y que puede llegar a ser grave si no se trata.

Y es que El Pantantal, conocido como el mayor bioma inundable del mundo, desempeña un papel crucial para la conservación de los jaguares, así como muchos otros animales amenazados por la expansión agrícola, la caza ilegal y la contaminación del agua. Sus poblaciones están cada vez más diezmadas como consecuencia de la fragmentación del hábitat y la disminución de sus presas naturales, a lo que se suman los encontronazos con agricultores como consecuencia de los ataques al ganado, episodios que a su vez incrementan el o accidental de ejemplares con la fauna salvaje y los animales domésticos, lo que aumenta a  su vez el riesgo de zoonosis en estos ecosistemas.  

Uno de los parásitos que afecta a esta y otras especies del Pantanal es  Spirometra spp, un cestodo causante de la esparganosis, una enfermedad que afecta a los humanos en diferentes formas, como ocular, cerebral, visceral y proliferativa, y que puede llegar a ser grave en determinadas circunstancias si no se trata. Las larvas plerocercoides pueden migrar por los tejidos, causando inflamación, edema y lesiones nodulares. El problema es que tienen un enorme potencial par diseminarse, pues están estrechamente asociados a cadenas alimenticias acuáticas y múltiples hospedadores intermedios, incluyendo copépodos, anfibios, réptiles, aves y mamíferos, aunque también seres humanos.

Su ciclo vital presenta distintas fases larvarias que afectan a una gran variedad de hospedadores. Así, el coracidio, una larva natatoria, es ingerido por copépodos del género Cyclops, que sirven como primer hospedador intermedio, donde evoluciona a otra fase posterior a determinada temperatura. En hospedadores secundarios, como anfibios, mamíferos y reptiles, se transforma en espargano que pueden pasar al hospedador definitivo, como félidos o cánidos, donde después de 10 días empieza a liberar huevos en sus heces.  

Entre junio de 2022 y septiembre de 2024, Paul Raad, médico veterinario egresado de la UNESP, llevó a cabo su tesis de maestría, en colaboración con un equipo interdisciplinario de investigadores del departamento de zoonosis y genética de esta universidad. Durante este periodo, identificaron a través de análisis moleculares la presencia de este parásito en varias de las 138 muestras de heces recolectadas en distintas regiones del bioma Pantanal, en el estado de Mato Grosso.

Estas muestras fueron previamente clasificadas en función de criterios morfológicos utilizando parámetros visuales, táctiles y olfativos. Después de realizar análisis moleculares, realizaron un estudio coproparasitológico que confirmó los hallazgos: había parásitos en los jaguares, y probablemente, también en el resto de la fauna de la región.  El estudio, aseguran los científicos, pone de manifiesto el potencial que tienen los jaguares como centinela de zoonosis para la salud pública, y por ende, como termómetro de la salud de los ecosistemas, algo que no solo tiene consecuencias entre la fauna, sino que también puede afectar a los humanos.

¿Por qué es relevante seguir la pista de estos patógenos? Porque su seguimiento en paisajes agrícolas y semiacúaticos –como en humedales como El Pantanal– pueden ayudar sobremanera a comprender mejor su ciclo de vida, y eso puede contribuir a tomar medidas preventivas. Además, aseguran los investigadores, el jaguar puede actuar como bioindicador de la presencia de este parásito en ecosistemas, lo que podría servir para diseñar estrategias de manejo sostenible en zonas de interacción entre los humanos y la fauna. Y esto sería como matar dos pájaros de un tiro, pues serviría para controlar las posibles infecciones en humanos, al tiempo que protegería a los jaguares,  lo que significaría un cambio de paradigma en la reputación de estos felinos. 

La presión humana amenaza El Pantanal 

Los investigadores no solo evidenciaron el potencial del jaguar como indicador de la salud de los ecosistemas, sino que también revelaron la intensa interacción entre la fauna nativa de la región, los animales exóticos y la población humana. Y eso es una noticia crucial, pues estos parásitos no habían sido registrados previamente en el Pantanal, lo que, según los investigadores, refuerza la necesidad de someter a esta región a una vigilancia continuada, especialmente en parajes ricos en biodiversidad, como las de este humedal.  

Una de las piezas clave para la transmisión de enfermedades en este paraje son las poblaciones exóticas de cerdos ferales (Sus scrofa), conocido como Porco monteiro, cuyo consumo hace parte de la cultura pantanera y se remonta en esta región desde hace más de 100 años. Estas criaturas pueden provocar en algunas ocasiones grandes perjuicios ecológicos, sanitarios dentro del ecosistema y posiblemente afectar al ser humano, convirtiéndolo en un reservorio de enfermedades zoonóticas de gran importancia para la salud pública y la economía.

Se trata, además, de una presa potencial para los jaguares y también de un posible hospedador paraténico del parásito en cuestión, el cual ha sido identificado previamente en suidos salvajes de Europa, lo que deja de manifiesto el importante papel de estos grandes depredadores como indicadores y controladores del riesgo de zoonosis. 

Peligro para la fauna
Paul Raad

Nina, hembra dominante en la región de la Pousada Piuval, dio positivo a "Spirometra". 

De este modo, afirman los autores del estudio, la función de depredadores como el jaguar es crucial para controlar las poblaciones de especies exóticas y mitigar las perturbaciones en los ecosistemas causadas por factores antropogénicos.  En otras palabras, el estudio sobre los parásitos Spirometra spp., en el Pantanal evidencia la necesidad urgente de adoptar un enfoque de una salud, que integre las dimensiones humanas, animal y ambiental.  

Y es que las interacciones entre fauna y humanos, aseguran los investigadores1, resulta  fundamental para comprender las dinámicas ecológicas que influyen en la transmisión de enfermedades zoonóticas. Por ejemplo, el jaguar, como depredador de la cumbre de la cadena alimentaria, desempeña un papel esencial como bioindicador de la salud ambiental, pues actúa como centinela de enfermedades parasitarias  que también pueden afectar a los humanos. 

Por lo tanto, la protección de esta especie no solo ayuda a la conservación de la biodiversidad, sino que también es fundamental para la salud pública, por lo que su vigilancia facilita la detección temprana de parásitos, lo que permite llevar a cabo intervenciones más eficaces. Un enfoque holístico que, afirman los investigadores, es imprescindible para desarrollar estrategias que promuevan un equilibrio entre la vida salvaje y las actividades humanas, un paso significativo a la hora de asegurar un futuro más saludable y seguro para todos en el Pantanal.  

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1Este trabajo fue desarrollado bajo la supervisión de su orientador, Felipe Fornazari, y contó con la colaboración del Departamento de Genética, supervisado por la profesora Ligia Motta, y del Departamento de Patología, supervisado por el profesor Richard Pacheco, de la Universidad Federal de Mato Grosso.

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