Es probable que a muchos de los lectores que hayan visto Tiburón, la famosa película dirigida por Steven Spielberg estrenada en 1975, les estremezca la idea de nadar entre escualos. Pero la realidad en la vida de estos peces selachimorfos dista mucho de la ciencia ficción.
A pesar de su fama de depredadores despiadados, los tiburones no se cuentan, ni por asomo, entre los animales más peligrosos para los humanos. No solo eso, la mayoría de los contados casos de ataques registrados se deben, según un nuevo estudio, a un comportamiento de autodefensa ante acciones nuestras que estos animales interpretan como un ataque.
Son las conclusiones de un estudio publicado en la revista Frontiers in Conservation Science liderado por el investigador de la Universidad París de Ciencias y Letras Eric E. Clua en el que se compararon los registros de ataques a tiburones en todo el mundo con los documentados en la Polinesia sa, un archipiélago dotado de una exuberante vida marina que también cuenta con una gran actividad pesquera, lo que se traduce en una mayor probabilidad de encuentros entres escualos y humanos, y, por tanto, en mayores porcentajes de ataques.
Y es que, según reza la investigación, se producen “ciertas actividades humanas en el mar, como la pesca y en particular la pesca submarina con arpón y el manejo de trampas para peces que están asociadas a este tipo de mordeduras de escualos”.
Mordeduras en defensa propia
Para elaborar el estudio, los científicos compararon las estadísticas recopiladas por el Centro de Investigación Insular y Observatorio del Medio Ambiente de la Polinesia sa, en los se incluyen registros entre 2009 y 2023, con los datos internacionales reportados en los Archivos Mundiales de Ataques a Tiburones y encontraron tenencias similares.
Extrapolaron que en todo el mundo podrían haberse producido unas 322 mordeduras motivadas por autodefensa, especialmente por tiburones costeros de tamaño mediano (esto es, de menos de 3 metros de largo), como es el caso del tiburón de puntas negras (Carcharhinus melanopterus) o el tiburón gris (Carcharhinus plumbeus).
Comparando las incidencias mundiales con los casos de estudio en la Polinesia sa, dedujeron que la tasa de mortalidad era sustancialmente baja. En el caso del archipiélago, con un tamaño muestral mucho menor, se desprendía un 12% de muertes, pero a nivel mundial era incluso mejor: entre un 4 y un 5%, lo que, según los investigadores, apunta a que la mayoría de los ataques de tiburones no tienen una función depredadora.
Pequeñas mordeduras repetidas, pero no letales
Según los autores del estudio, las mordeduras de tiburón se producen como una reacción esporádica de los escualos, no son proporcionales a los ataques de los humanos y a menudo generan heridas superficiales que rara vez acaban ocasionando la muerte.
Durante estas interacciones —como se conocen estos encuentros fortuitos—, el tiburón responde a veces al estímulo antropogénico con una serie de mordeduras repetidas, cuya naturaleza es muy distinta a las provocadas cuando los escualos atacan deliberadamente con fines depredadores.
Diego Grandi/Shutterstock
El tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) es una de las especies de tiburón más resistentes y más grandes que existen.
Además, los tiburones no mostraron comportamientos agresivos antes de morder, como bajar el pecho o nadar encorvados, con lo que los autores del estudio cuestionan la práctica de etiquetar todas las mordeduras de autodefensa como ataques.
respeto, asombro, ¿miedo?
¿Significa esto que debemos mostrarnos totalmente confiados si nos encontramos cara a cara con un tiburón? En absoluto. Como ocurre con muchos otros animales, acabar con los prejuicios no es tarea fácil, especialmente debido a que, como comentaba el autor Glenn Hodges en este artículo sobre tiburones tigre publicado en National Geographic, "la realidad no es siempre blanca o negra".
“Las personas que conocen bien a los tiburones son quienes menos los temen, y nadie se acerca más a ellos que un buzo”, afirma el autor del reportaje. "Los que trabajan en Tiger Beach hablan de los tiburones que hay allí de forma muy afectuosa. Los llaman por su nombre y se entusiasman cuando describen sus particularidades. Para ellos, un tiburón no es más devorahombres de lo que puede ser un perro. (De hecho, está demostrado que lo son mucho menos: en 2015 hubo 34 muertos por ataque de perro en Estados Unidos, pero solo seis en todo el mundo por ataque de tiburón)”. (“El tiburón tigre, un depredador clave para el océano”)
Aquellos investigadores que han experimentado alguna vez un encuentro frente a frente con un tiburón coinciden en que, si bien estas criaturas infunden cierto respeto, también causan asombro. “Cuando estás con ellos debajo del agua, hay una paz enorme, aunque también un momento de sentirte pequeño.
“Reconoces que estás frente a un animal que es un gran depredador y que lleva millones de años evolucionando para cazar de una manera increíble; pero también sabes que, normalmente, en situaciones controladas y con conocimiento, el riesgo es mínimo”, afirma el biólogo marino Charlie Sarria en esta entrevista.
¿Qué hacer si te encuentras con un tiburón?
¿Qué hacer si un tiburón viene directo hacia ti en actitud de pocos amigos? Los expertos recomiendan mantener la calma, aunque es algo más fácil de decir que de llevar a la práctica. Lo ideal es tratar de desaparecer de su ángulo de visión. Si vemos que esto no da resultado, aunque parezca contradictorio, se recomienda armarse de valor y encararse a él, por supuesto, sin llegar a hacerle ningún daño.
Los tiburones clasifican su mundo en dos conjuntos: ‘depredador o presa’, explica Gádor Muntaner. Si huimos, le estaremos indicando que somos una presa. Por suerte, si nos da un mordisco,, descubrirá que no estamos ni de lejos entre sus platos favoritos, con lo que lo más probable es que nos deje marchar.
Tiburones amenazados
Pero que nadie se asuste. Tal y como reza el estudio, los ataques de tiburón siguen siendo residuales. De hecho, cada año lo son más. En 2024 se produjo una reducción récord del registro de ataques de estos escualos, un hecho que fue interpretado por algunos ecólogos como un indicador de una posible reducción de las poblaciones en los océanos de todo el mundo.
Una cuestión pertinente, habida cuenta de que estudios recientes, como un informe publicado en 2021 en Nature, indican que las poblaciones de escualos se han desplomado más de un 70% desde la década de 1970.
No en vano, se calcula que hasta un tercio de los peces cartilaginosos, la clase de vertebrados acuáticos que incluye a los tiburones, las rayas y las quimeras, está amenazada: 121 están clasificadas en la categoría ‘en peligro’, 90 ‘en peligro crítico’ y 180 como vulnerables, según los criterios establecidos por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.
En el caso de los tiburones, la proporción es más abultada, pues se cuenta que hasta un 31,2% de todas las especies evaluadas están incluidas en algunas de las categorías de peligro, lo que deja claro que la verdadera amenaza somos nosotros.
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