Los primeros meses de vida de un perro son irrepetibles: a medida que crece y aprende cosas bajo nuestra tutela, se establece un vínculo entre él y sus cuidadores; vínculo que da origen a muchos sentimientos alegres, pero también tristes.
Un estudio de la Universidad de Helsinki ha demostrado que la llegada de un cachorro provoca una sensación similar a la melancolía posparto que experimentan las madres, caracterizada por sentimientos de ansiedad, estrés, preocupación, tensión, frustración, e incluso a veces un arrepentimiento inexplicable: un fenómeno que se conoce como puppy blues o “melancolía del cachorro”.
El estudio, liderado por el veterinario experto en genética y comportamiento Hannes Lohi, analizó las experiencias emocionales de los cuidadores de perros durante su etapa de cachorro. Diseñaron una encuesta que fue distribuida a más de 2.000 cuidadores de perros en Finlandia, en su gran mayoría (un 92%) mujeres. La psicóloga e investigadora Aada Ståhl, coautora del estudio, señaló que la mayoría había experimentado algún tipo de malestar emocional como ansiedad, frustración y cansancio.
Las dificultades de criar un cachorro
Según el estudio, un 45,1% de las personas encuestadas que habían tenido un perro desde cachorro vivieron experiencias negativas importantes durante los primeros meses de tenerlo en casa. Alrededor del 10% de ellos indicó que había sufrido niveles altos de estrés, a menudo acompañado de ansiedad, cansancio y frustración.
La ansiedad surge de las múltiples preocupaciones y miedos relacionados con el cuidado del cachorro, y la frustración se debe a las dificultades inesperadas de la crianza, especialmente en el caso de quienes tienen un perro joven por primera vez. El cansancio tiene su origen en las exigencias físicas y mentales que implica cuidar un cachorro, lo cual a menudo provoca problemas de sueño y agotamiento general.
Según los investigadores, estos resultados son similares a lo que se observa en la depresión posparto que experimentan muchas mujeres, especialmente las madres primerizas. Por suerte, del mismo modo que sucede con los niños, con el tiempo los recuerdos positivos se sobreponen a los negativos y recordamos con melancolía la juventud de nuestras mascotas. Sin embargo, al contrario que con los bebés humanos, no se suele reconocer el esfuerzo al que se enfrentan quienes crían un perro joven por primera vez.
“Si bien la melancolía del cachorro es un término de uso común entre los dueños de perros, el término es casi inexistente en la literatura científica. En cambio, un fenómeno análogo, el trastorno afectivo posparto de los cuidadores de bebés, está bien descrito en la literatura”, señalan los autores. “Este estudio tuvo como objetivo desarrollar y validar el primer cuestionario para evaluar la melancolía del cachorro”.
“Las investigaciones ya han revelado que algunas formas de malestar psicológico observadas en las relaciones humanas tienen analogías en las relaciones entre humanos y perros”, añaden; y aportan algunos ejemplos, como los sentimientos de estrés que provoca cuidar de un perro enfermo. “Siguiendo esta línea de razonamiento, puede haber otros fenómenos análogos en el vínculo entre humanos y perros aún por descubrir”.