El bisfenol A o BFA es un componente común que se utiliza en la elaboración de plásticos duros y latas. Desde hace décadas se sabe que puede tener riesgos para la salud, ya que al entrar en o con alimentos o con la saliva provoca disrupciones hormonales en personas y animales, motivo por el cual las regulaciones de diversos países como España limitan su uso a un mínimo porcentaje.
Sin embargo, aunque su uso en productos destinados a las personas está limitado, aún sigue presente en los juguetes y latas de comida para mascotas, en cantidades lo bastante nocivas como para causar problemas de salud a los animales.
Los peligros del BFA
El principal riesgo de salud vinculado al BFA es la obesidad, ya que este componente altera el sistema endocrino. Las mascotas, especialmente los perros, pasan mucho tiempo masticando sus juguetes y por lo tanto están expuestos regularmente a él. Otros riesgos incluyen la infertilidad, diabetes, alteración de la presión sanguínea, problemas cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Las autoridades sanitarias de cada país son las que determinan el porcentaje “seguro” de BFA que puede llevar un producto. En España, el límite es de 0,1 miligramos por metro cúbico del producto final. Sin embargo, esto no se aplica a los juguetes importados, especialmente en la era de las compras online.
Un estudio realizado por la istración Federal de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. investigó el impacto que tenía sobre los perros. 14 mascotas cambiaron de comida seca a una dieta de comida húmeda enlatada en recipientes que contenían BFA y después fueron sometidos a análisis: sus niveles de BFA se triplicaron después del cambio de dieta.
Obesidad y otros problemas
El estudio confirmó que BFA está relacionado de manera estrecha con la obesidad. Cuando los perros masticaban juguetes que contenían BFA, este se liberaba en la saliva y alteraba ciertos receptores genéticos, desencadenando la creación de más células grasas. También se constató que este cambio afectaba a su microbioma intestinal, provocando problemas gastrointestinales, inmunológicos e incluso neurológicos, además de aumentar el riesgo de padecer algunos cánceres.
La incidencia era mayor cuanto más tiempo dedicaban a masticar sus juguetes, lo cual hacía este problema especialmente presente en perros de corta edad, que pasan mucho tiempo masticando porque todavía les están creciendo los dientes y es su forma de aliviar el malestar que les provocan. Además, las alteraciones del sistema endocrino son especialmente notorias en animales que todavía no han alcanzado la madurez sexual.
La solución que han adoptado muchos fabricantes de juguetes para perros es sustituir los plásticos que contienen BFA por otros materiales que no utilizan este componente, como madera, felpa o cuerda. En el caso de los peluches, hay que tener en cuenta que aunque el material exterior sea otro el relleno puede contener BFA, especialmente los juguetes que hacen ruido al apretarlos ya que este proviene de un “sonajero” interno fabricado generalmente con plástico.