Todos nos hemos preguntado alguna vez cuál es el país más poblado del mundo. Pero, ¿qué hay de los territorios con menos habitantes del planeta? Lo cierto es que a día de hoy incluso determinar cuántas personas viven en el mundo es una tarea compleja: esta cifra cambia cada día.

Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas establece que actualmente la población mundial se sitúa en unas 8.200 millones de personas. Un crecimiento que se prevé que se mantenga hasta finales de este siglo, alcanzando un máximo de aproximadamente 10.300 millones de personas a mediados de la década de 2080. 

No obstante, los habitantes del mundo se distribuyen de forma muy desigual entre los distintos territorios. Y es que mientras unos congregan verdaderas multitudes, como India y China, los dos países más poblados del mundo que albergan más del 35% de la población mundial, en otros territorios sus habitantes apenas se cuentan por centenas. 

Este es el caso de la Ciudad del Vaticano, que con tan solo 526 habitantes y localizada en pleno corazón de Roma encabeza la lista de países o territorios menos poblados del mundo en 2024. La sigue Tokelau con 1.915 habitantes, un archipiélago de Oceanía ubicado al sur del océano Pacífico, según el ranking elaborado por la consultora World Population Review.

Estos son los 10 países o territorios que lideran el ranking de los menos poblados del mundo en 2024:

1. Ciudad del Vaticano, 526
2. Tokelau, 1.915
3. Niue, 1.935
4. Islas Malvinas, 3.803
5. Montserrat, 4.372
6. Saint Pierre et Miquelon, 5.815
7. Saint Barthelemy, 11.019
8. Wallis y Futuna, 11.439
9. Tuvalu, 11.478
10. Nauru, 12.884

Estos países o territorios que concentran menor población mundial son, en su gran mayoría, pequeñas islas o archipiélagos, regiones independientes o bien territorios de ultramar, localizados en las costas de Oceanía y en el Pacífico. Aunque es el caso de la ciudad-Estado del Vaticano la que merece especial mención. 

Así nació el estado más pequeño del mundo

No te dejes engañar por su nombre, la Ciudad del Vaticano no es solo la urbe que acoge la sede central de la Iglesia Católica Romana y el hogar del Papa, sino también un país, concretamente un Estado independiente que nació en 1929. 

Lo cierto es que a pesar de su reducido tamaño, el Vaticano es uno de los países más influyentes de Occidente al ejercer la función de gobierno de la Iglesia de forma universal. Además, representa un ejemplo único de la pervivencia de las ciudades estado del medievo. 

Los límites geográficos de este país nacieron con la configuración en el 756 de los Estados Pontificios con el papa Esteban II, hasta que en 1870 fueron integrados en el proceso de reunificación italiana. Un conflicto que desembocaría en la firma de los Pactos Lateranenses de 1929 entre la Santa Sede, órgano soberano de la Iglesia católica, y el Estado italiano.

A partir de esta fecha, la firma de estos acuerdos entre Iglesia y Estado permitieron que la Ciudad del Vaticano pasara a constituirse por ley como un Estado independiente, otorgándole al pontífice la plena soberanía sobre el territorio. 

Además, este país cuenta con la particularidad de que en 1984 fue declarado como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por la Unesco, debido al reconocido legado artístico, histórico y cultural que congrega en su interior gracias a los museos y numerosas obras arquitectónicas. 

Una Monarquía absoluta sin impuestos: la particular forma de organización del Vaticano

Además de ser el país menos poblado, también se trata del estado más pequeño del mundo, con apenas 44 hectáreas de superficie. Está compuesto por la basílica de San Pedro y su amplio patio, rodeada por grandes museos y jardines; la Cancillería; trece edificios disgregados por Roma, así como por el palacio de Castel Gandolfo, una residencia papal suburbana.

Además, este territorio destaca porque ha adoptado una forma de organización política y legislativa muy singular. Su forma de gobierno es la monarquía absoluta, y su 'rey', el Papa, es sometido a votación mediante un sufragio limitado, donde ejercen el derecho a voto los cardenales menores de 80 años. 

El Sumo Pontífice es el jefe del Estado, que aglutina en último término los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Por su parte, la Curia sería un equivalente de los ministerios, y se encuentra integrada por un conjunto de Congregaciones y Pontificios Consejos, a los que se les ha encomendado la renovación del gobierno de la Iglesia. 

Las leyes pueden ser dictadas por el Papa, o bien por la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, un organismo que también posee el poder ejecutivo y establece los reglamentos generales que son recogidos en el Boletín Oficial de la Santa Sede. El poder judicial recae en un juez único, un Tribunal, una Corte de apelación y otra de casación, cuyas competencias son reguladas por unos Códigos civiles y penales propios, donde constan delitos y penas igualmente particulares. 

El cuerpo de seguridad de este país cuenta con 150 policías que componen el Cuerpo de Gendarmería, encargados de velar por el orden público y la vigilancia de las fronteras, al que se suma la Guardia Suiza, dedicada específicamente a la protección personal del Papa.

Pero, ¿quién puede obtener la nacionalidad en el Estado más pequeño del mundo? Lo cierto es que casi la mitad de estos 526 ciudadanos de pleno derecho residen en otros países en calidad de delegados pontificios o de personal diplomático (los denominados nuncios). El resto de habitantes cuentan con el permiso para residir en el territorio de forma temporal o permanente, aunque no poseen el derecho de ciudadanía.

Además, es el lugar donde se cumple el sueño de muchos: sus ciudadanos no pagan impuestos de forma directa. Si bien cuenta con varios comercios, como supermercados y farmacias, lo cierto es que la economía de este Estado se fundamenta en los beneficios obtenidos de la venta de entradas a los museos, sellos postales y souvenirs a los turistas, aunque se financia mayoritariamente gracias a las donaciones de los católicos de todos los países del mundo, popularmente conocidas como el óbolo de San Pedro.