Tras la muerte de un papa, el protocolo vaticano obliga a realizar el cónclave, una ceremonia en la que los cardenales electores se reúnen para decidir quién será la próxima figura en liderar la Iglesia católica. En esta ocasión, con el fallecimiento de Francisco y la celebración de este metódico ritual prevista para mayo, las cifras oficiales son las siguientes: habrá 135 votantes..., ¿o quizá 136?
Incluso antes de que comience, el acontecimiento ya ha presentado una primera controversia pública que coloca en el foco a Angelo Becciu. Inhabilitado de su cargo durante el papado de Francisco, este cardenal italiano fue acusado oficialmente en 2021 de corrupción por irregularidades financieras, y dos años más tarde se convirtió en el purpurado de más alto rango en ser condenado a prisión por la Santa Sede: concretamente, el Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano le impuso cinco años y medio de pena, que todavía no ha cumplido.
Becciu ha defendido su inocencia desde el inicio del proceso, y ahora ha hecho pública su voluntad —o, más bien, su presunto "derecho", en palabras propias— de participar en el cónclave que dará como resultado el nombramiento del nuevo pontífice. ¿Podrá finalmente entrar a la ceremonia?
la ausencia de una renuncia formal
Parece que la respuesta a la pregunta anterior fuera fácil, pero nada más lejos de la realidad: el caso de Angelo Becciu no solo es enrevesado sino que, además, no tiene precedentes recientes.
Francisco lo despojó en 2020 de sus "derechos vinculados al Cardenalato", entre los que se encuentra el derecho a participar en un cónclave siempre que se cumpla el requisito de tener menos de 80 años (Becciu cumple 77 en 2025). No obstante, lo que defiende el cardenal es que la destitución solo se le comunicó a través de la nota de prensa del Vaticano, y no mediante un acto formal.
Esta misma oficina de prensa alberga a disposición del público la lista de cardenales electores: el nombre de Becciu no figura en ella, pero, en cambio, se sabe que el prelado ya ha formado parte de la primera reunión de las congregaciones, un encuentro preliminar al cónclave. Y es que nunca fue expulsado oficialmente del Consejo Cardenalicio, así como tampoco se le pidió una renuncia por escrito.
de ser cercano a Francisco, a ser condenado por el Vaticano
Para comprender por qué Francisco suprimió los derechos cardenalicios de Becciu hay que remontarse al 2020. Antes de ese año en que la carrera del purpurado se torció, él llegó a ser el "número tres" del Vaticano: fue Sustituto de la Secretaría de Estado, prefecto a partir de 2016 y cardenal desde 2018, además de ser una figura muy cercana al pontífice.
Sin embargo, pronto se destapó un caso de corrupción del que él era el protagonista. Entre las operaciones juzgadas estaban la compra de un edificio de lujo en Londres y una serie de transferencias a destinatarios vinculados a su entorno familiar, por las cuales se le condenó en 2023 a cinco años y medio de prisión, el pago de una multa de 8.000 euros y la inhabilitación para ejercer cargos públicos. En 2025, todavía el cardenal no ha cumplido la pena, ya que su defensa ha recurrido el caso.
Un día más tarde de la muerte del papa Francisco, Angelo Becciu declaró a medios italianos que no hay “ningún impedimento formal o legal para mi presencia en el cónclave entre los electores del nuevo Pontífice”, mostrando así su interés por ser parte de la elección. Pero voces expertas, citadas en los mismos reportes, han indicado que el cardenal no podría reclamar ese derecho mientras la sentencia judicial siga vigente.