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El kit de emergencia que la UE recomienda tener en todos los hogares

La Comisión Europea recomendó que todos los hogares prepararan un kit de emergencia en casa para estar preparados ante las turbulencias del clima, la sombra persistente de la guerra y la amenaza invisible de los ciberataques.

Sergio Parra
Sergio Parra

Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud

Actualizado a

Kit de emergencia desastres
Liudmila Chernetska / iStock

Kit de emergencia ante desastres

En el corazón de una Europa cada vez más sacudida por las turbulencias del clima, la sombra persistente de la guerra y la amenaza invisible de los ciberataques, la Comisión Europea ha alzado la voz con una advertencia clara: es momento de estar preparados

Bruselas presentó recientemente una ambiciosa estrategia de preparación civil con la que espera tejer una red de resiliencia a nivel continental. El objetivo no es otro que dotar a los ciudadanos de las herramientas necesarias para afrontar, desde sus propios hogares, las primeras 72 horas tras una emergencia de gran escala.

El plan propone una implicación directa y consciente de la población civil. No se trata solo de que los Estados refuercen sus defensas ante un escenario hostil. 

Se trata, también, de apelar al compromiso cotidiano del ciudadano común, quien deberá mantener en su casa un pequeño arsenal de resistencia: agua potable, alimentos no perecederos, medicamentos esenciales, baterías eléctricas y otros recursos básicos que permitan sobrevivir durante tres días sin apoyo externo.

Programa ReArm

La Comisión considera que en un contexto de emergencia —ya sea un conflicto bélico, un desastre natural agravado por el cambio climático, una pandemia o un apagón digital masivo—, las 72 horas iniciales pueden marcar la diferencia entre el caos absoluto y una respuesta ordenada

Esta estrategia forma parte del programa “ReArm”, un plan integral impulsado por la presidenta Ursula von der Leyen que busca reforzar las capacidades defensivas del continente ante el avance de amenazas como la rusa.

Lejos de sembrar el pánico, el objetivo de Bruselas es fomentar una “cultura de preparación”, una conciencia cívica donde el autocuidado se entienda como el primer eslabón de la cadena de seguridad colectiva. Para ello, la nueva hoja de ruta contempla no solo el almacenamiento de suministros, sino también la implementación de 30 medidas clave, entre ellas formaciones especializadas y simulacros conjuntos, que serán coordinados a través de los gobiernos nacionales.

Además, la estrategia plantea campañas informativas para que cada hogar europeo sepa exactamente qué debe contener su kit de supervivencia. Entre los elementos imprescindibles se encuentran: bidones de agua potable suficientes para cada miembro del hogar, medicamentos básicos y de uso habitual, linternas y baterías eléctricas, así como víveres con una vida útil prolongada. La Comisión subraya que no basta con tener estos elementos, sino que es necesario mantenerlos actualizados y en buen estado, revisándolos de forma periódica.

Esta iniciativa llega en un momento en el que las instituciones europeas han comenzado a hablar con una franqueza inusual. “Europa debe prepararse para la guerra”, declaró von der Leyen semanas atrás, marcando un giro discursivo que refleja la creciente tensión geopolítica. Más allá de lo militar, la Comisión advierte que los ciudadanos deben asumir un papel activo en la protección civil, como sucede en países nórdicos donde estas prácticas ya son habituales.

A este cambio de paradigma se suma una serie de colaboraciones con entidades científicas y tecnológicas, que contribuirán a evaluar los riesgos más probables y diseñar respuestas rápidas y eficientes. La inclusión de ciberamenazas y crisis climáticas en la misma categoría de riesgo que los conflictos armados subraya la complejidad del nuevo tablero de amenazas. Las infraestructuras críticas —desde hospitales hasta redes de comunicación— podrían verse comprometidas, y por eso la preparación ciudadana no es un complemento, sino un eje central de esta nueva política de seguridad.

La Unión Europea no solo quiere blindar sus fronteras y sus sistemas, sino también fortalecer la fibra invisible que une a sus ciudadanos: la capacidad de cuidarse mutuamente comenzando por uno mismo. La estrategia que Bruselas pondrá sobre la mesa no es una advertencia apocalíptica, sino una llamada a la sensatez. Porque en tiempos inciertos, la prevención ya no es una opción: es la única brújula fiable que nos queda.

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