Este mes de junio de 2025, los ojos que se alcen al este tras la puesta de sol descubrirán uno de esos relatos celestes que no se repiten con frecuencia. Se trata de la llamada luna de fresa, una luna llena que alcanzará su plenitud a las 09:44 h (hora peninsular española) del 11 de junio, pero cuyo mejor momento para contemplarla será la noche anterior.
Será entonces cuando surja por el horizonte con una tonalidad anaranjada embriagadora, proyectando una belleza cercana, casi táctil.
El nombre “luna de fresa” no nace de la ciencia, sino de la tradición. Pueblos algonquinos del norte de América asociaban esta luna de junio con la recolección de fresas silvestres, coincidiendo con el inicio de su cosecha. En Europa, la misma luna ha sido bautizada como luna de miel o luna rosa, evocando tanto celebraciones nupciales como los colores suaves que anuncia el verano.
Qué es el Lunasticio
Pero lo que hace excepcional a la luna de fresa de 2025 va mucho más allá de su nombre. Coincide con un fenómeno poco común: el lunasticio, parte de un ciclo de 18,6 años en el que la órbita de la luna alcanza sus extremos. El lunasticio mayor ocurre cuando la declinación de la luna alcanza un máximo. Esto resulta, en latitudes altas, en una mayor altitud de la luna.
Este año, eso significa que veremos a la luna llena más baja del cielo del hemisferio norte hasta el año 2043. Esa posición baja en el firmamento genera una poderosa ilusión óptica: la luna parece más grande y más vibrante, acentuando sus tonos cálidos al pasar a través de más atmósfera terrestre. Incluso podría teñirse de rojo si se suman partículas de polvo sahariano o humo de incendios forestales, como ha sucedido en años anteriores.
Cómo verla
Con una previsión de cielos despejados o con nubes ligeras entre el 10 y el 11 de junio, y ningún indicio de precipitaciones, será posible una observación clara del fenómeno, especialmente si uno se desplaza a zonas elevadas o alejadas de la contaminación lumínica —como playas, colinas o áreas rurales— y permite que sus ojos se adapten a la oscuridad apagando luces intensas al menos 20 minutos antes.
Pero hay más que mirar que la luna misma. Esa misma noche, la luna se deslizará muy cerca de Antares, una estrella gigante roja de la constelación de Escorpio, brillante y de un tono rojizo tan característico como el del propio satélite. Desde Europa no se producirá una ocultación completa, pero la proximidad visual entre ambas luminarias ofrecerá una escena digna de poesía astronómica. Mirar a través de unos binoculares revelará aún más detalles: desde los cráteres plateados de la luna hasta el centelleo inconfundible de Antares.
A nivel fotográfico, esta luna es una oportunidad única. Su baja elevación permite enmarcarla junto a elementos del paisaje: un faro, un árbol solitario, un antiguo castillo o incluso el perfil de la ciudad.
Para capturarla con un móvil, conviene activar el modo noche o ajustar manualmente la exposición. En cámaras DSLR o mirrorless, se recomiendan configuraciones como ISO 100–400, apertura f/8 y una velocidad cercana a 1/125 s. Y por supuesto: trípode obligatorio o, en su defecto, una superficie bien firme.