Dice un proverbio africano que para criar a un niño hace falta una tribu entera. Y quien dice niño, dice pollito, deben pensar los tejedores gorrión cejiblanco (Ploceer mahali), oriundos del África austral y oriental. 

Esta especie practica la crianza comunitaria, y en la época de reproducción forma grupos de hasta 14 , más o menos la mitad son hembras y la otra mitad son machos. Y aquí es donde la cosa se pone interesante, explica la bióloga y divulgadora canadiense Carin Bondar, autora, entre otros, del libro Wild Sex: Science behind mating in the animal kingdom.

«Solo hay una pareja reproductora por grupo, un macho y una hembra dominantes que suelen ser monógamos. Todos los demás adultos son ayudantes subordinados, cuyo papel es vital para que la crianza de la descendencia de la pareja dominante tenga éxito». No hay signos de que las hembras subordinadas hagan intentos reproductivos, y nunca se ha observado que pongan huevos. En cuanto a los machos, bueno... veces lo intentan, pero rápidamente son disuadidos por el «jefe».

Varios grupos cooperativos se juntan formando colonias de cría que reúnen hasta una treintena de nidos que construyen entre todos. Son unas estructuras grandes, redondeadas y compactas que hacen con tallos de hierba seca en árboles espinosos, como las acacias. Curiosamente suelen ubicarlos en un lado concreto del árbol, seguramente donde consideran que estarán más guarecidos de los fuertes vientos.

Este artículo pertenece al número de Abril de 2025 de la revista National Geographic