La corriente del Guadalquivir, que durante siglos ha sido testigo del ir y venir de civilizaciones, ahora guarda en sus profundidades a un visitante indeseado. El siluro, un pez de apariencia prehistórica y proporciones colosales, ha hecho del tramo sevillano del río su nuevo dominio.
Su presencia, lejos de ser anecdótica, está desatando una ola de preocupación entre biólogos, ecologistas y pescadores locales, que observan con inquietud cómo este depredador voraz va ocupando sin permiso cada rincón del cauce.
Fue en redes sociales donde saltaron las alarmas. Las coordenadas apuntaban a un lugar concreto: el puente de las Delicias, en plena ciudad de Sevilla. Allí, pescadores afirman haber sacado decenas de estos peces en una sola jornada, lo que indicaría no solo su presencia sino su rápida reproducción.
El Silurus glanis, nombre científico del siluro, no es un recién llegado a las aguas de la península, pero sí lo es a estas latitudes del sur. Originario de Europa del Este, este pez ha colonizado durante décadas embalses y tramos fluviales del norte y centro del país, como el Ebro o el Tajo.
Sin embargo, su llegada al Guadalquivir representa un desafío inédito para los ecosistemas andaluces, poco preparados para resistir la presión de un superdepredador que, en su madurez, puede alcanzar los 2,5 metros y superar los 100 kilos de peso.
Dieta omnívora
Donde hay juveniles, pronto habrá adultos, y el ciclo natural de esta especie no se detiene con facilidad. En otras regiones, su proliferación ha coincidido con el declive o incluso desaparición de especies autóctonas como la boga, el barbo o la carpa. Su dieta omnívora y su instinto depredador le permiten adaptarse con facilidad a cualquier entorno acuático.
Algunos testimonios de pescadores recuerdan la captura de ejemplares de más de 40 kilos, lo cual no sorprende si se conoce su historial. En 2018, en el río Tiétar (Cáceres), se reportó el caso de un siluro que llegó a devorar a un perro pequeño. Varios estudios científicos que han documentado la capacidad de estos peces para alimentarse de aves, mamíferos y otros animales que se acerquen demasiado a las orillas.
un pez de agua dulce
¿Qué se sabe exactamente sobre esta criatura que ahora habita en el corazón de Sevilla? El siluro es el pez de agua dulce más grande de Europa. Su aspecto recuerda al de una serpiente acuática: cuerpo alargado, piel sin escamas y una boca enorme repleta de pequeños dientes.
Su origen se remonta a las cuencas del Danubio y del Volga, pero su expansión ha sido casi imparable desde que se introdujo en España en los años 70. En el río Ebro, hoy es parte del paisaje, aunque su impacto ecológico ha sido objeto de múltiples estudios.
¿Y cómo se alimenta esta especie que tantos temen? En su etapa juvenil, el siluro se nutre de larvas, pequeños crustáceos e insectos acuáticos. Pero con el paso del tiempo, su apetito se transforma en un catálogo de depredación. Desde peces hasta patos, pasando por cangrejos o ranas, todo es susceptible de caer en sus fauces. Esta versatilidad, unida a su velocidad reproductiva y resistencia, lo convierte en una amenaza directa a la biodiversidad del Guadalquivir.
La expansión del siluro en Sevilla no es un asunto menor. Es la crónica de una invasión anunciada que podría redefinir el equilibrio de uno de los ríos más emblemáticos de España. Y aunque por ahora la pesca recreativa parece ser el único freno, no bastará con cañas y anzuelos para contener una especie que, como el propio río, no conoce fronteras ni frenos.