Según avanza la neurociencia asociada al sueño, más y más artículos científicos respaldan su importancia para el buen funcionamiento del cerebro. Por ello, grandes científicos y artistas han hablado sobre sus hábitos del sueño que, aunque dispares, coinciden en un punto: el poder de una buena siesta. Concretamente, ciertos historiadores y personas cercanas destacan que el célebre físico Albert Einstein dormía siestas de cuando en cuando con una cuchara en una mano que sujetaba unos centímetros sobre una bandeja de metal, que se encontraba en el suelo.
En el momento en el que Einstein se dormía, sus dedos dejaban de ejercer la fuerza necesaria para sujetar la cuchara y esta caía sobre la bandeja, despertándole. Gracias a los pequeños descansos, las musas del sueño (en realidad los pulsos de sus conexiones neuronales) le revelaban posibles soluciones acerca de lo que estaba trabajando en ese momento.
Métodos de siesta similares también se han atribuido a genios en otras disciplinas, como Edison y Dalí. En estos casos, la cuchara se suele cambiar por una pelota u otro objeto contundente que hiciese ruido al caer. En el caso de Edison, por ejemplo, existen numerosas fotografías que muestran al inventor durmiendo en su despacho, en parques o en otros lugares públicos, a veces con un objeto y otras sin él.
Recientemente, investigaciones relacionadas con la siesta han hallado una correlación entre estos microsueños y encontrar la solución a problemas de índole matemático, lo que podría explicar el valor del sueño de estos genios.
La ciencia respalda la siesta
El año 2021, la revista Scientific advances publicaba un artículo en el mostraban un estudio realizado por Célia Lacaux, Delphine Oudiette y otros colaboradores del Paris Brain Institute y del servicio de patologías del sueño del Hospital Pitié-Salpêtrière. En el estudio 103 voluntarios participaron en un experimento muy interesante.
Ante ellos, problemas matemáticos y, para resolverlos, un tiempo finito. ¿El truco? Todos los problemas seguían una regla matemática que estaba oculta, pero que, si se averiguaba, permitía resolver todos los problemas en un momento, algo que no sabía ningún participante.
Si averiguaban la regla en el tiempo establecido, los participantes podían irse a casa, pero si no, se les invitaba a que echaran una siesta a lo Einstein, (o Edison o Dalí), es decir, con un objeto en sus manos, durante 20 minutos.
Tras ese lapso, los participantes volverían a realizar las pruebas, y los investigadores encontraron un patrón muy interesante. Aquellos que conseguían dormirse y que pasaban al menos 15 segundos dormidos tenían 3 veces más posibilidades de encontrar la regla matemática que regía las pruebas con respecto a los que no lograban dormirse. En cambio, si llegaban a fases más profundas del sueño, el efecto desaparecía.
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Niels Bohr y Albert Einstein debatiendo sobre física cuántica en diciembre de 1925 en casa del físico Paul Ehrenfest, en Leiden. Einstein se encuentra recostado en el sofá.
Es decir, según este estudio, para tener un «momento Eureka», las siestas han de ser extremadamente cortas, de menos de 10 minutos, que es lo que habitualmente dura la fase N1 del sueño. Delphine Oudiette, coautora del estudio, explica que el efecto de cada una de las fases del sueño ha sido un campo relativamente descuidado por la neurociencia cognitiva hasta hace relativamente poco. Por ello, los descubrimientos de esta índole ayudan a cimentar estudios futuros y a comprender la influencia del sueño en los mecanismos cerebrales de la creatividad.
Cómo hacer una siesta creativa
La clave para despertar el poder de la siesta es que sea corta. De hecho, un estudio realizado con una muestra de biobanco de más de 300000 personas halló una relación entre siestas de más de 30 minutos y un mayor riesgo de enfermedad cardíaca e hipertensión. Este riesgo puede no ser producto de la siesta en sí, si no que el motivo de una siesta larga puede ser una mala higiene del sueño nocturno. Es decir, que dormir siestas largas no es malo per se, pero sí que puede ser una consecuencia de dormir mal por las noches, lo que tiene unos efectos perjudiciales sobre el cuerpo
Por tanto, para hacer una siesta «A lo Einstein», se puede hacer algo similar a él. Si nos tumbamos boca arriba en el sofá, extendemos el brazo que quede en la parte de fuera y sujetamos un objeto que vaya a hacer ruido al caer. Por ejemplo, una cuchara, o unas llaves. Una vez llevemos un tiempo intentando dormir, la hipotonía muscular (pérdida de fuerza momentánea) asociada a la fase N1 del sueño nos hará soltar el objeto y nos despertaremos (posiblemente) con la respuesta al problema que teníamos delante antes de dormir.