Decía el querido Carl Sagan que el estudio del universo es un viaje para autodescribirnos, y no podía tener más razón. La astronomía, esa ciencia que fascina tanto a expertos como a aficionados, constituye una de las herramientas más poderosas que tenemos para estudiar el origen de nuestra galaxia, del sistema solar, de nuestro planeta y, por lo tanto, de la vida en la Tierra.
Desde tiempos inmemoriales, de hecho, la civilización humana ha alzado la mirada hacia el cielo y ha tratado de dar explicación, primero a través de la mitología y, más tarde, de la ciencia, a los fenómenos que allí ocurrían: desde los sencillos y periódicos plenilunios, hasta los eclipses o las lluvias de meteoros, que requieren un nivel de comprensión mayor.
Ahora, en pleno siglo XXI, si bien la tecnología ha avanzado lo suficiente como para dar respuesta a muchos de los interrogantes que durante siglos tanto hemos intentado resolver, los misterios son todavía tan inmensos como el propio universo. Así pues, cada paso dado en materia de exploración astronómica es motivo de celebración para la comunidad científica internacional, la cual invierte sus esfuerzos en realizar sorprendentes descubrimientos como estos de 2024.