Hace aproximadamente 5,5 millones de años, un extraordinario acontecimiento geológico aisló el Mediterráneo del océano Atlántico, desencadenando una transformación sin precedentes en su biota marina.
Este evento, conocido como la crisis salina del Messiniense, no solo alteró de manera irreversible la biodiversidad, sino que creó lo que hoy conocemos como el "gigante de sal" del Mediterráneo, una inmensa capa de depósitos salinos que yace bajo el lecho marino.
Ahora, un equipo de investigadores liderado por Konstantina Agiadi, de la Universidad de Viena, ha logrado cuantificar el devastador impacto de este fenómeno en la vida marina, revelando que solo el 11 % de las especies endémicas sobrevivieron a la crisis.
Estos resultados, publicados en la revista Science, subrayan cómo la salinización radical de este mar tuvo efectos catastróficos en su ecosistema, con una recuperación que tardó al menos 1,7 millones de años en comenzar.
Un fenómeno que ha ocurrido otras veces
El aislamiento del Mediterráneo debido a movimientos tectónicos y la posterior acumulación de sal no es un fenómeno único en la historia de la Tierra. Los geólogos han identificado otros "gigantes de sal" en diversas partes del mundo, desde Europa hasta Oriente Medio, donde enormes cantidades de sal se han depositado bajo la superficie terrestre.
Estas formaciones no solo han sido valiosas fuentes de sal desde tiempos antiguos, sino que también han jugado un papel fundamental en la configuración de la geografía y la biología de las regiones en las que se encuentran. Sin embargo, el caso del Mediterráneo es singular por la magnitud de su impacto ecológico.
Tamaño del “gigante de sal” del Mediterráneo
El "gigante de sal" del Mediterráneo, una capa de un kilómetro de espesor, fue descubierto en la década de 1970, pero su origen se remonta a la época en que la conexión con el Atlántico fue interrumpida.
Durante esta crisis, la evaporación extrema y la acumulación de sal alteraron las condiciones ambientales de manera tan radical que solo una fracción mínima de las especies pudo adaptarse. Según el estudio, de las 779 especies endémicas que habitaban el Mediterráneo antes de la crisis, apenas 86 lograron sobrevivir a los cambios drásticos en la salinidad y temperatura del agua.
Este estudio solo es el principio
Estos hallazgos son el resultado de décadas de investigación sobre fósiles marinos y sedimentos, que han permitido reconstruir un cuadro detallado de la vida en el Mediterráneo durante y después de la crisis. La extinción masiva de especies, incluyendo corales constructores de arrecifes y otros organismos clave, fue seguida por un lento proceso de recolonización desde el Atlántico, que condujo a la aparición de nuevas especies como el tiburón blanco y los delfines oceánicos.
Sin embargo, la biodiversidad no se recuperó de inmediato; de hecho, el estudio revela que la recuperación completa de la diversidad de especies tardó mucho más de lo que se había estimado previamente.
Así, la investigación no solo ofrece una perspectiva nueva y más precisa sobre los efectos de la crisis del Messiniense, sino que también proporciona un modelo que relaciona la tectónica de placas con los ciclos de vida y muerte de los océanos, la acumulación de sal y la evolución de la vida marina.
A fin de ahondar en este fenómeno, la red de Acción COST "SaltAges", que se lanzará en octubre con apoyo de la Comisión Europea, reunirá a investigadores de todo el mundo para explorar los impactos sociales, biológicos y climáticos de estos gigantes de sal a lo largo de la historia geológica.
