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Un cónclave de récord

El cónclave ha acaparado gran parte de la atención mediática esta semana. Más allá de la elección de un nuevo papa, el encierro del Colegio Cardenalicio ha atesorado anécdotas, rituales atávicos y otras sorpresas.

Sergi Alcalde National Geographic
Sergi Alcalde

Periodista especializado en ciencia, sociedad y medio ambiente

Actualizado a

Funeral del papa Fransisco
Shutterstock

Congregación de cardenales durante el funeral del papa Fracisco el pasado 26 de abril de 2025. 

Contaba la periodista española Paloma Gómez Borrero, antigua corresponsal en el Vaticano, que en 1978 rechazó la oferta del mecánico de su garaje, quien le ofreció entrevistas a un cardenal que era muy simpático y asequible. "¿El cardenal Luciani? —le pregunté— No se moleste, porque no es papable". Se arrepintió toda su vida, pues el patriarca de Venecia salió del cónclave como Juan Pablo I.  

Acertar en esta ocasión el nombre del ganador se antojaba todavía más difícil, pues entre los 133 cardenales electores abundaban numerosas listas de favoritos, especialmente entre los prelados italianos.

En este sentido, es probable que, igual que le sucedió a esta corresponsal española, algún otro enviado especial hubiera rechazado encontrarse con el cardenal Robert Francis Prevost durante las reuniones previas al cónclave, pues su nombre no figurara entre los principales candidatos. Una sorpresa más de un cónclave del que muchos apostaban que iba a marcar la diferencia, y no solo en cuanto a predicciones se refiere.   

  • Fumata de récord. Muchos de los fieles que llevaban desde la semana pasada pendientes de la fumata en la plaza de San Pedro habían previsto que el cónclave iría para largo, con lo que planeaban quedarse en la Ciudad Santa como mínimo todo el fin de semana. Sin embargo, finalmente la elección se resolvió en un tiempo récord. Ha sido un cónclave corto, solventado dentro de las 24 horas posteriores a su inicio, como sucedió en las dos citas anteriores. Incluso ha sido más rápido. El humo blanco emanó de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 18.07 horas, casi una hora antes que en el cónclave de 2013, en el que fue elegido el papa Francisco. 
  • Récord de cardenales electores, muchos de ellos desconocidos. Una de las características más destacadas de este cónclave es la composición del Colegio Cardenalicio.  Los 133 prelados electores  representan una cifra muy superior a la de los últimos cónclaves. En la última cita acudieron un total de 117 cardenales electores. También es superior la proporción de cardenales elegidos por el papa repuesto  (un 79%, frente al 23 % nombrado por Benedicto XVI, y un 5% por el papa Juan Pablo II). Esto hace que muchos de ellos ni siquiera se hayan visto nunca. “Yo solo conozco a 50, y a algunos los he visto tres veces”, afirmaba el obispo español de Rabat, Cristóbal López, en una entrevista publicada recientemente en National Geographic España. 

  • Ruptura de la hegemonía europea. Los 53 cardenales electores europeos demuestran que el Viejo Continente sigue siendo importante en la configuración geopolítica del cónclave. Sin embargo, su peso proporcional ha decrecido con respecto a anteriores citas. Esta circunstancia refleja un cambio real en las dinámicas internas de la Iglesia y en su manera de dialogar con el mundo contemporáneo. El peso de los cardenales electores de otros continentes es mayor y, con ello, la influencia de otros prelados procedentes de fuera de Europa y, con ello, el deseo de una Iglesia globalizada. Algo que ha quedado demostrado en la elección de León XVI, el primer papa estadounidense de la historia.
  • ¿Quién puede ser elegido papa? Aunque el nuevo papa normalmente se elige entre los 133 cardenales electores, en realidad no se necesita ser cardenal, ni siquiera obispo, para ser obispo de Roma. Según la tradición eclesiástica y las normas establecidas por el derecho canónico, solo es necesario ser varón y estar bautizado por la iglesia católica. El doctor estadounidense Edward Peters, experto en derecho canónico, lo resumía así: “Han pasado más de 500 años desde que un no cardenal fue elegido Papa, pero hasta 2013 habían pasado más de 500 años desde que un Papa renunció”.  
  • Blindaje de la Capilla Sixtina. Desde el inicio del cónclave, el pasado miércoles, la Capilla Sixtina y la Casa de Santa Marta, donde se alojan los cardenales electores, han quedado completamente selladas, y no solo físicamente. Todos los s están bloqueados por 80 sellos de plomo que han evitado que nadie entre o salga sin autorización. No solo eso, el personal del Vaticano peinó minuciosamente el recinto para comprobar que nadie haya introducido ningún dispositivo electrónico o de grabación. No es para menos, pues la amenaza de excomunión pesa sobre cualquier prelado que hable de más. Se prohíbe cualquier comunicación con el exterior a cualquier cardenal. Solo el vicario de la diócesis de Roma y el vicario general de la Ciudad del Vaticano tienen .  
  • El cardenal díscolo. No hay cónclave sin polémica. El de este año lo protagonizó el cardenal Angelo Becciu, quien fue inhabilitado por el papa Francisco como consecuencia de su presunta participación en un sonado caso de irregularidades financieras en la Santa Sede. El prelado insistía en su derecho a participar en la elección papal,  alegando que no existía ningún procedimiento formal que se lo impidiese. Afortunadamente, Becciu finalmente cedió y el pasado día 25 de abril emitió un comunicado en el que afirmaba que había decidido "obedecer la voluntad del papa Francisco de no entrar en el cónclave". Aunque, eso sí, alegaba que seguía convencido de su inocencia.